Campanas para ahuyentar malos espíritus
Las campanas son famosas por tener carácter religioso, combinado a su sonido como instrumento musical o de alarma. Es el sonido el principal elemento que le da utilidad y sentido, y así va a ser en el aspecto mágico-religioso, ya que sus tonos serán los que den distintos mensajes, y entre ellos, el más popular será alejar demonios, fantasmas y otras cosas malas.
Aunque también hay usos para "atraer" lo bueno, ésta ha sido una reinterpretación posterior a raíz del new age y la expansión de las ideas energéticas.
Hablemos, por tanto, de las primeras campanas. Las primeras que tenemos registradas por la arqueología pertenecen a las civilizaciones antiguas, a los egipcios y los babilonios, en China, y posteriormente a los griegos y romanos. Las campanas eran más bien campanillas o cascabeles, y en su mayoría se encuentran insertas en instrumentos musicales, que a su vez tienen una divinidad patrona. Sería el caso, por ejemplo, del sonajero o sistro de Hathor. Sin embargo, también se han encontrado en ambiente funerario, donde aplican a su función protectora de forma directa, como ocurría también en los propios ritos de Osiris, dios del inframundo.
En Oriente medio y Persia las campanillas habrían tenido también una función religiosa y ceremonial. Lo atestigua, según Frazer, el hecho de que en el mundo hebreo también se mantuvieran las campanillas como parte del ajuar del templo y del atuendo del Sumo sacerdote.
Con funciones para ahuyentar malos espíritus o protegerse de ellos tendríamos los cencerros de los animales de ganado y rebaños. Si bien es cierto que cumplen una función de ayuda para el pastor, que puede localizar más fácilmente a sus animales, también hay vestigios de que los cencerros se usaban como parte de un sistema de sonido "desagradable" para los depredadores y para los posibles espíritus habitantes de montañas y llanos, si nos guiamos por el poeta Estrabon.
Existían igualmente rituales en los que se agitaban campanillas y cascabeles, o se hacía ruido golpeando vasos de bronce, con la finalidad de purificar un espacio o una ciudad. El Santuario de Dodona, dedicado a Zeus, se caracterizaba por tener largas hileras de campanillas sonando al viento. Los Nyktidai, o "hijos de Nyx, la noche", eran unos sacerdotes que recorrían las calles por las noches con campanas para ahuyentar la enfermedad y los malos espíritus. Del mismo modo sonaban campanas en los funerales, y se han encontrado campanillas de terracota en tumbas grecorromanas.
En Roma las campanas ya eran claramente profilácticas: en los ritos privados contra los espíritus familiares, se hacía sonar una campanilla. Eran comunes también los tintinnabula, unas campanillas, a veces antropomorfas o zoomorfas, que tenían finalidades purificadoras y protectoras. Si bien hay algunos estudios que las sitúan como elemento ritual de paso para los adolescentes, los ejemplos más claros se han encontrado junto a figuras de manos en figa o falos, ya de por sí elementos apotropaicos.
En Asia la existencia y uso de la campana en el entorno religioso es indudable. También aquí los templos taoístas, budistas o sintoístas están llenos de campanillas o de campanillas de viento, y es costumbre que haya una o dos grandes campanas de metal, las cuales son golpeadas desde el exterior, pues no tienen badajo. Desde antiguo estas campanas sirvieron para separar el espacio sagrado del profano, para purificar el espacio y a la gente que lo ocupa. Esto lo vemos también en India y el subcontinente asiático, donde además de campanas en eventos religiosos, tenemos amuletos con campanillas para, por ejemplo, los novios el día de la boda o para los niños pequeños.
Paralelamente en la América prehispánica tenemos vestigios arqueológicos del uso de campanas, la mayoría de las que conservamos son de cerámica pintada y se cree pertenecieron a grupos nómadas, sobre todo en la zona centro-sur, pero también entran dentro de esta tipología las cacerolas huecas que se utilizaban como instrumentos musicales, extendidas de forma más homogénea por todo el territorio.
En otro continente, en el áfrica subsahariana, en las creencias anteriores a los distintos monoteísmos, las campanas pequeñas tenían funciones diferentes según su material y sus tonos, algunas destinadas a purificar y alejar malos espíritus, otras, utilizadas por expertos, para atraer espíritus a las ceremonias y las adivinaciones.
Acerca de los diversos materiales de los que se fabricaban las campanas, cabe mencionar que en Eurasia los metales, y en especial el hierro y el bronce, tienen un factor protector extra, según las creencias populares, pues son materiales que se han usado siempre contra malos entes. Un ejemplo claro de esta continuidad pueden ser las verjas de cementerio, que siempre se hacían de hierro. En la América precolombina, empero, parece que resultaba más práctico un material cerámico hueco, y el valor además de en el sonido estaba en las pinturas de su exterior.
Hablando del exterior, en la fundición o fabricación de campanas o campanillas las formas y decoraciones también tenían su importancia, y eso es algo que heredarían las religiones posteriores.
Con todo, evidentemente las campanas no tenían un uso exclusivo mágico-religioso. Sabemos que las guardias nocturnas de griegos y persas usaban campanillas para dar la alarma o cambiar de turno, o que el sonido de una campana indicaba la apertura de un mercado o el comienzo de un evento político. Mientras que en Europa para llamar a las puertas se utilizaban las aldabas, en Asia e India hacían más uso de las campanillas como timbres o aperturas de puertas.
Llegado el cristianismo, la campana cobra un significado especial. Por una parte mantuvo el uso de campanas o campanillas para anunciar el inicio o fin de la liturgia. Pero además tenemos el surgimiento de los campanarios eclesiásticos. Ya existían torres o campanarios antes pero con otras funciones más sociales o militares. La inclusión de los campanarios con grandes y sonoras campanas tiene varios orígenes en disputa, pero el más aceptado es que provendría de la región de Campania, donde habría tradición de fundición de campanas y desde donde se habría extendido el uso para la liturgia cristiana o los acontecimientos religiosos, y finalmente hasta para las horas, cuando mejorando los sistemas de trabajo, se podían hacer campanas lo suficientemente grandes y sonoras como para alcanzar a toda una ciudad. Desde luego en las lenguas romances Campania y Campana comparten raíz etimológica.
En el seno de la iglesia aparece el carrillón, o al menos el modelo que conocemos hoy día, como conjunto de campanas de distintos tamaños y sonidos, con fines musicales y religiosos.
Las campanas religiosas continuaron la tradición de los materiales en su fabricación, existiendo incluso "campanas alquímicas" que tenían cantidades concretas de cada metal, incluyendo oro o plata. Por supuesto también se desarrolló la decoración de campanas, aunque la mayoría contienen la fecha de fundición y si acaso una pequeña oración o bendición. No obstante los símbolos como la cruz o ángeles ya eran considerados lo suficientemente protectores.
El suo de campanas en ambiente religioso no es exclusivo del cristianismo: como hemos dicho, también tenía presencia en el mundo hebreo, y en los minaretes musulmanes, además del iman llamando a la oración, son muchos los que se ayudan de una campana o campanillas para marcar los distintos momentos solemnes.
Volviendo a Europa, existen bendiciones cristianas en las que claramente se indica que su sonido alejará demonios. Veamos un ejemplo del Pontificial Romano, donde un sacerdote "exorciza y bendice" la campana echándole agua con sal y aceite consagrado, mientras recitaba:
<< (...) su sonido sirva a los fieles de estímulo para alcanzar el premio y de cuando su dulzura llegue a resonar en los oídos de los pueblos, crezca en ellos la devoción de la fe, se alejen las asechanzas de los enemigos, el estruendo de los granizos, la violencia de los torbellino, e ímpetus de las tempestades, se templen los truenos dañosos, moderen y hagan saludables los aires, se humillen a la diestra de tu virtud las aéreas potestades, para que teman, y huyan cuando oigan esta campana, en que está esculpida la señal de la Cruz de tu Hijo, a quien se humilla toda criatura y toda lengua confiesa después de muerto Rey en el Cielo con el Padre y el Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amen>>
Interesante es la cuestión de que, además de los demonios (potestades aéreas, recordemos, porque su elemento es el aire y a menudo son invisibles), se aleje también a los enemigos (villanos humanos o no, como las brujas, fantasmas o vampiros que deben regresar a sus lugares antes del toque de campanas matutino), pero sobre todo, de las tormentas y el mal tiempo. Esto debe entenderse sobre todo en un contexto agrícola, donde un granizo o una inundación pueden echar a perder las cosechas y traer hambre y enfermedades. Aunque muchas bendiciones y oraciones iban destinadas a Santa Bárbara, por su relación con el rayo en su martirio, así como a San Isidro por el bienestar de las cosechas, lo más común continuaba siendo la conjuración mediante el sonido de las campanas.
Este toque contra las tormentas recibe nombres diversos según el país o la región, pero destacaremos el tradicional tentenublo español. Cruz en mano y conjuros varios, el sacerdote subía al campanario y bendecía y tocaba las campanas, a menudo recitando poemas populares como el que sigue:
<<Tente nube, tente tú,
que Dios puede más que tú.
Si eres agua, ven acá,
si eres piedra, vete allá,
siete leguas de mi pueblo
y otras tantas más allá.
Tente nublo, tente tú
que Dios puede más que tú.
Tente nublo redoblado
que Dios puede más que el diablo.
Tente nublo, tente en ti.
Dios lo quiere y manda así>>
Francis Bacon (S.XVI) fue uno de los primeros que intentando luchar contra la superstición, buscó otra solución al porqué las campanas ahuyentaban las tormentas, (traducción al español debajo)
<< (...) and it is believed by some that great ringing of bells in populous cities have chased away thunder, and also dissipated pestilent air; all which may be also from the concussion of the air, and not from the sound >>
<< (...) y es creído por algunos que los grandes estruendos de campanas en las ciudades populosas han alejado mágicamente el rayo, así como disipado el aire pestilente; todo esto ocurre a causa del aire, y no por el sonido>>
considerando que se producía un cambio en la vibración y el aire y que no se debía tanto a los sonidos en sí, porque también tenía que los aplausos o las fiestas de las multitud afectaba igualmente al aire, cosas que eran visibles en el cambio de vuelo de los los pájaros.
Es fácil entender a nivel demonológico que, puesto que los demonios son espíritus aéreos, efectivamente las campanas funcionaban. Aún más sentido tenía, como ocurría en el folclore popular, cuando se creía que eran malos espíritus los que provocaban las peores tormentas.
Posteriormente todo el asunto quedó relegado a algo supersticioso y religioso, sin darle verdadero valor ni poder a las campanas; sin embargo, las campanas continuaban teniendo una importancia grande para los navegantes, que las hacían sonar en sus barcos no sólo para avisar de su presencia en las aguas agitadas, sino con fines de apaciguar a la tormenta y los mares, así como en muchas guardias nocturnas y cementerios las campanas continuaban siendo tocadas a ciertas horas para alejar malos espíritus. Igualmente, se mantenían restos en el aspecto social, sobre todo europeo, donde tocar una campana podía simbolizar el perdón del acusado o condenado, así como las decoraciones con campanillas en eventos nocturnos como las celebraciones navideñas.
Con la llegada del Orientalismo al mundo occidental, las campanas empezaron a tener también el valor purificador y meditativo que venía unido a su religiones y filosofías de origen. Por ejemplo, en el Año Nuevo japonés, en la tradición budista, se dan 108 campanadas que purifican los 108 deseos humanos. También ellos tienen los furin, las campanillas de viento. En China y Tibet, por otra parte, campanillas de mano son populares para purificar espacios pequeños como los hogares, y los gong, aunque no son campanas como tal, cumplen igualmente una función religiosa. Con la llegada del Feng Shui y las terapias yóguicas al Occidente, este tipo de sonidos y elementos se asociaron a la paz y la purificación.
Por otra parte, estaban en boga las teorías acerca de las vibraciones y las frecuencias (véase artículo sobre el péndulo hebreo), lo que ayudó mucho a que los sonidos orientales, exóticos y desconocidos, se identificaran con esas frecuencias que faltaban en la vida occidental moderna para conseguir el equilibrio. En India, de hecho, el sonido de ciertas campanas rememoraba el sonido primordial, que para los budistas luego fue el Om.
En el auge del new age y el neopaganismo brujeril, estos sonidos purificadores se han fusionado con las campanas que previamente se tenían para ahuyentar brujas y demonios. Existen ahora, por tanto, las campanas de brujas, usadas por brujas para alejar malas energías o alejar visitantes innecesarios, en las que se añaden símbolos tradicionalmente positivos en la brujería occidental, como el pentagrama, la luna o trisqueles. Las campanas de brujas son también usadas para atraer la suerte y para dar por finalizado un hechizo o rezo.
Igualmente se ha buscado una resignificación antropológica de la campana, como si se tratara de un elemento femenino (la cavidad redondeada), que en unión con el masculino (el badajo o palo con el que se golpea), producen una energía vital y positiva para el entorno.
Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
-Balasch, E; Ruiz, Y. Diccionario de Magia antigua y Alquimia. Susaeta-Tikal, Madrid, 2003
-Cavendish, M. (ed) Man, Myth & Magic. The Illustrated Encyclopedia of Mythology, Religion, and the Unknown, University of Northwender, 1995
-Marcos Casqueiro, M. A. El supersticioso mundo de las campanas, Universidad de Léon, 1999
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