Chamanes australianos

15.02.2022

Como en tantos otros lugares, en Australia existía un chamanismo aborigen a medio camino entre la medicina, la magia y la guía espiritual. A día de hoy aún subsiste en algunas de las pequeñas comunidades aborígenes, aunque son más un intento de difusión y revalorización de su propia cultura y tradiciones que un verdadero chamanismo, es decir, creído y sentido. El análisis del chamanismo aborigen pasa antes por el descuidado y bruto filtro de la información que se obtuvo por parte de los primeros colonizadores, así como los posteriores conflictos. Por suerte, además de estos registros, las comunidades y movimientos indigenistas han ayudado a la preservación de los elementos clave, a pesar de que existe también mucha influencia moderna. Esto se hace notar especialmente en los sectores reivindicativos que se iniciaron en los años 60, como el movimiento gurangara.

En cualquier caso, el chamanismo comparte muchos de los elementos que ya han sido analizados en otros artículos de este blog (magia mapuche, brujería tradicional africana...). EL chamán australiano es considerado un hombre-medicina y un ser de alto rango entre los hombres, muy cercano a las divinidades, lo que se conoce por karadji, o su denominación en inglés como high degree o clever men. Entre los chamanes australianos pueden encontrarse tanto hombres como mujeres, aunque existe, por decirlo de algún modo, cierto reparto de tareas. Antiguamente, el chamán recibía, como suele ocurrir, una señal en su juventud temprana, que lo conducía por un camino de aprendizaje y espiritualidad en las artes naturales y divinas. Existían las iniciaciones formales en las que el chamán "moría" y renacía con una nueva naturaleza, auxiliado por otros chamanes o los ancianos de las tribus. Algunos de estos rituales consistían en largos períodos de purificación física y espiritual (ayunos, soledad), o en el misterioso ritual de las piedras de poder, donde, se dice, se rompen los huesos del futuro chamán y se le sacan los órganos, que son sustituidos por dichas piedras, otorgándole sus merecidos poderes. También había iniciaciones naturales, esto es, que un niño o joven regresase de la naturaleza (un paseo, caza, un evento festivo...) con alguna marca distintiva que no tuviera antes, o con una extraña sensación, lo que algunos llamaban un ronrroneo en el pecho. También resultaban frecuentes las "autoiniciaciones", por llamarlas de alguna manera, cuando un futuro chamán soñaba con su elección por parte de las divinidades o los espíritus, o a través de la visualización de su tótem.

En la actualidad, sin embargo, se puede considerar chamán a una persona por dos vías: la primera, que sea un individuo que conozca la Ley de la sabana, comúnmente llamados lawman o lawwoman. Por otra parte, a los aborígenes "auténticos", es decir, a quienes continuaron viviendo en la naturaleza después de las invasiones y los continuos intentos de introducción en reservas. Este grupo no suele ampliarse a más allá de los años 80, donde se separó a gran parte de los jóvenes aborígenes de sus padres para insertarlos en la "sociedad blanca", y sólo unos pocos pudieron continuar con sus tradiciones. En ese momento, las iniciaciones chamánicas eran secretas y con fines emancipadores, así como identitarios, junto con el mantenimiento de unas tradiciones que, si se piensa fríamente, no estaban ya tan cercanas a las originales. Actualmente, existen chamanes muy recurridos por las comunidades y por los propios médicos, quienes consiguen, a través de su intervención, la adaptación de tratamientos modernos (de los cuales aún mucha población aborigen desconfía) a la medicina tradicional chamánica. Asimismo, debido al auge del neopaganismo y de las culturas New-Age en las que se revalora el pensamiento mágico tradicional, existen rituales mucho más cercanos a las ideas homeopáticas de la magia tradicional occidental, aunque siempre hay preferencias por rituales totémicos o la utilización de elementos folclóricos.

Su capacidad curativa los convertía (y convierte) en personajes tan apreciados como temidos por las tribus vecinas, por lo que, mientras que en el centro y el norte eran tenidos por sabios, en la zona sur llegaron incluso a ser líderes políticos y militares. Esto no impedía, por otra parte, la comunicación entre los chamanes y miembros de las distintas tribus para sanar a miembros de cada una de ellas o encontrar soluciones a situaciones comunes, como podrían ser hambrunas o sequías. Los chamanes australianos reciben distintos nombres según la región, y cada uno tiene un mito propio asociado.

Nombres y orígenes de los chamanes australianos

Los maparn pertenecen al noroeste, cuyos antepasados míticos son los Wati-kutjarra, "Dos-hombres-lagarto", quienes, en el Tiempo del Sueño -el tiempo mítico australiano- recorrieron gran parte del territorio australiano, dando nombre a todos los seres vivientes, y creando objetos sagrados (tjuringa). Estas divinidades están relacionadas con los vientos del este y el oeste, así como a ciertas constelaciones o cúmulos de galaxias, concretamente la Nebulosa de Magallanes. Su relación con la vida y sobre todo con el mundo de los muertos, les confiere una gran reputación para auxiliar a los chamanes en las cuestiones relacionadas con espíritus, difuntos, enfermedades y viajes al país de los muertos. Los Wati-kutjarra se aparecen a los hombres tanto para anunciarles su condición chamánica como para guiarles en algunas otras cuestiones.

En la tribu warlpiri, de la zona más central, señalan que si su primera aparición a un chamán es como dos niños, entonces el poder del chamán provendrá no de ellos, sino de su padre, "el Invencible", o de Kidili, un antiguo dios-luna (también relacionado como padre), que fue castrado por los dos hermanos por intentar violar a las esposas del Dios-Tierra. Sus constelaciones desde entonces fueron Orión para él y las Pléyades para las esposas. En esta región central, el chamán podía recibir el nombre de maparn o de kurdaija - si sus actos eran oscuros y ocultos-. Los kurdaija eran considerados también una suerte de vampiros, que devoraban el alma (pirlirpa) de los hombres succionando o devorando su hígado. Como dato curioso, este nombre tiene relación con la invisibilidad y la ocultación, ya que el calzado de los asesinos y de las expediciones en busca de venganza, que no dejaban huellas, recibían este mismo nombre.

Por otra parte, como ocurría entre los arrrernte, existía la creencia de que ciertos chamanes tenían un espíritu en su lengua, de ahí que pudieran profetizar o tratar sobre temas ocultos a los ojos humanos. Este tipo de chamanes tenían tabúes como el silencio ceremonial o no tomar ciertos alimentos, o no tomarlos calientes para "no abrasar" al espíritu.

Encontramos también a los jalnganguru, de la zona costera oeste, tienen su origen mítico, como su nombre indica, en animales totémicos (jaln = tótem). Estos animales les estaban vinculados desde el momento de su despertar místico, y se convertían en sus auxiliares y parientes para todo tipo de prácticas mágicas y sanadoras. Personas de cierta sensibilidad espiritual y otros chamanes describen este auxilio como una figura que aparece momentáneamente saliendo del cuerpo del chamán. También se desarrollan danzas en las cuales el chamán imita y adquiere las características de su animal. Una característica chamánica de esta región es que se consideraba que podían ver a los espíritus de los niños aún no nacidos, es decir, los espíritus pendientes de nacer o reencarnarse, lo que les ofrecía facilidades para identificar embarazos y crear recibimientos adecuados en los partos.

Los chamanes balman de la costa noroeste obtenían sus revelaciones (mowaljarlayi) de sus viajes al país de los muertos, Dulugun. Como los muertos vuelven a la vida con los soplos del viento del oeste, es lógico pensar que en estas regiones aquellos que tienen capacidades trascendentes puedan contactar con ellos, y regresar habiendo aprendido cosas que sólo los espíritus pueden conocer. Asimismo se considera frecuente en este tipo de chamanismo la ubicuidad o bilocaicón, esto es, la capacidad de estar en más de un lugar al mismo tiempo.

En la región del sudeste, los chamanes gommera eran expertos en las cuestiones oníricas: interpretaban los sueños tanto a nivel espiritual como psicológico y de enfermedad. Su papel, mayoritariamente de jefe o de consejero, les otorgaba gran participación en las decisiones generales para su pueblo, basadas en visiones obtenidas mediante trances o viajes al desierto. Se daba gran importancia a las imágenes obtenidas en los momentos de delirio, altas fiebres o locura, considerándolo una "vía rápida" para alcanzar el contacto con el Mundo de los espíritus. Asimismo, eran los encargados de identificar en los jóvenes chamanes si estaban siguiendo correctamente el camino iniciático o no: la forma más frecuente de ello consistía en imponer a estos jóvenes un tabú alimenticio o sexual, así como encargarles misiones, y se suponía que los chamanes sabrían identificar el éxito de dicha misión, así como si el tabú había sido respetado o no.

En la zona sur, los chamanes tenían funciones relacionadas sobre todo con los difuntos y la mediumnidad en general. Tanto sus primeros encuentros como sus rituales más habituales requerían la entrada en trance de los chamanes, que en estos casos eran llamados birraark, que desarrollaban en este estado todos los actos rituales, cantos y danzas. Pero en la zona sur también encontrábamos a quienes, aunque dentro del grupo chamánico, no eran considerados como tales, ya que su relación con los espíritus era menor, aunque lo era mayor con las fuerzas naturales: se trata de los hechiceros, bunjil, que atendían las peticiones individuales de la población, lo que les conllevaba una carga social y unas consecuencias muy distintas. Por ejemplo, existían los bunjil-yenlil, quienes conocen hechizos de enamoramiento, y los bunjil-murriwun, quienes saben cómo matar en la distancia, o los bunjibarn, quienes, con la ayuda de una piedra negra, pueden embrujar a personas, animales o tribus enteras, así como retirar los hechizos de otros bujibarn.

En relación con estos hechiceros, los chamanes llamados bangal, del sudeste, tenían por patrón espiritual y esotérico a Bunjil, una divinidad ave que tenía un clan de seis chamanes, cada uno con las características y nombre de un ave distinta. Esta divinidad era creadora y como el águila, era tenida por señor entre todos los hechiceros. Tras detener la furia del mar, según algunos mitos se escondió en una cueva que conectaba con el Tiempo del Sueño, y según otros se retiró y escondió más allá de las nubes, por lo que estaba relacionada con la estrella Altair. Pero para conectar con Bunjil era necesaria la intermediación de Gargomitch, otro ser celestial que los transportaba hasta el cielo y los trae de vuelta a la tierra.

El tipo de magia utilizada por todos estos chamanes proviene tanto de la naturaleza como de los espíritus y las divinidades. Algunos conocimientos eran aprendidos por inspiración, pero la mayoría eran transmitidos de generación en generación, de los ancianos chamanes a los más jóvenes. En la actualidad, los chamanes australianos, nativos o descendientes de colonos, intentan recuperar esta conexión con la tierra australiana y su folclore, y no resulta nada fácil, en especial para estos últimos, ya que el boom esotérico occidental permite un acercamiento mayor y más sencillo que el de una cultura secreta, étnica, y prácticamente desaparecida. Por otro lado encontramos que los jaln y los tjuringa tienen unos orígenes muy profundos e indescriptibles fuera del entorno del desierto australiano, tampoco encontramos amuletos tal y como se entienden en la actualidad, y los rituales requieren de materiales poco accesibles o discretos, como huesos tallados en punta (normalmente humanos o de emú) o enormes cuarzos originarios de zonas concretas. Probablemente por eso el chamán, en vez de mago, haya preferido orientarse más hacia la medicina tradicional y el curanderismo, más asequibles y, a efectos, útiles en el mundo actual, recurriendo de este modo a una supervivencia más factible.

Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

-Akerman, Kim. From The Bukarikara: The Lore of the Southwest Kimberley through the Art of Butcher Joe Nangan. Crawley, W.A. : UWA Publishing, 2020.

-Elkin, P. Aboriginal Men of High Degree: Initiation and Sorcery in the World's Oldest Tradition. Inner Traditions, 1994

-Servier, J. (dir.) Diccionario crítico de esoterismo, Akal, 2006, Madrid.


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