Los Otros Beltane: fiestas grecorromanas de primavera

21.04.2025

Como ya vimos en el artículo sobre La Noche de Walpurgis y los rituales de Mayo, en varias culturas estas fechas implicaban un conocimiento de que llegaba el buen tiempo, florecían los prados, y pronto la primavera y el sol estarían en su punto álgido. Precisamente por eso, las últimas noches de abril y los primeros días de mayo se convertían en el momento en el que los espíritus malignos apuraban las últimas horas de oscuridad, y los espíritus benéficos celebraban la victoria de la luz. En el mundo moderno estos cambios son apenas detectables, y solo quedan días festivos que recuerdan que en otros tiempos eran días importantes. El neopaganismo, en su intento de recuperar las tradiciones tapadas y refundidas por el cristianismo, tiene Beltane como una de esas fechas clave. Sin embargo para su resurrección la wicca y el druidismo han presentado la cultura celta, pero han dejado de lado a la otra gran parte del paganismo, el mundo mediterráneo.

Rituales de purificación y contra los espíritus: fiestas de purificación griegas y Lemuria romanas

Al igual que en Walpurgis tenían lugar, supuestamente, los aquelarres y escapadas de seres malignos, en el mundo mediterráneo también se creía que los espíritus tenían más facilidades de moverse por el mundo en estas fechas, pero también estaba la creencia de que era el momento más indicado para "deshacerse de todo lo malo".

En la antigua Grecia tenían lugar varias fiestas en el mes de abril, algunas de las cuales tenían relación con esta idea de purificación y difuntos. Las Muniquias se celebraban a lo largo de todo el mes de abril, en honor a Artemis Muniquia, la cual se cree que ayudó en la decisiva batalla de Salamina contra los persas. Se realizaba una procesión con pasteles y velas o antorchas desde su templo hasta el puerto.

Igualmente hay vestigios de una fiesta ateniense, las Esciroforias, en las cuales tenían protagonismo Atenea como patrona de la ciudad, pero también Démeter y Perséfone, así como Helios y Posidón. Una antigua escultura de madera de Atenea era lavada y recolocada en su altar, igual que las capillas y doseles de los otros dioses, todo ello mediante una procesión de ida y vuelta. Se trata de una fiesta en al que influyen todos los aspectos de esta época: la diosa patrona de la ciudad, por supuesto, pero también Démeter por los cereales, Perséfone porque regresa del inframundo para traer la primavera, Helios por el recorrido del Sol y Poseidón por el cambio de mareas y clima.

Las fiestas más importantes eran las Targelias. Aunque estas fiestas tenían un carácter propiciatorio y festivo por la llegada del buen tiempo, y por el nacimiento de los dioses gemelos, Ártemis y Apolo, lo cierto es que una de sus facetas era mucho más oscura, y tenía relación también con la idea de que en estas fechas pululaban malos espíritus, por ello tenía lugar el sacrificio de cerdos en honor a las Moiras, las tres diosas que hilaban, tensaban y cortaban el hilo de la vida.

En sus inicios también tuvieron en lugar sacrificios humanos expiatorios, estos sacrificios tenían una doble función de purificación de todo lo malo acumulado en el año, y de fertilidad. Los que iban a ser ejecutados, normalmente seleccionados por ser "indeseables" - desde feos a criminales - eran golpeados en sus genitales y azotados con ramas de higuera, transmitiendo así a ellos las impurezas de toda la ciudad. Luego se les adornaba con los higos. Se los llevaba en procesión hasta las orillas del río, donde, después de sacrificarlos - según algunos autores, lapidados -, sus cuerpos eran quemados, y sus cenizas se esparcían ritualmente por los campos, como potenciador de su fertilidad.

Estos individuos después derivaron en la figura de los phármakoi, quienes eran cargados de los crímenes de la ciudad y expulsados de la misma en estas fechas, pero sin que se precisara su muerte. Solamente tenía lugar una "muerte ritual", en tanto que igualmente se les azotaba y se les adornaba, pero la procesión los conducía fuera de la ciudad, ya fuera caminando empujado por la turba, o llevado por maderos en el río. En Léucade, famosa por sus acantilados, el sacrificio era empujado desde allí, pero abajo lo esperaba una barca para que se marchara.

Se cree que esto habría sido un rito que se repetiría en casos extremos como hambrunas y pestes, y no solo en estas fechas, y hay casos recogidos por los historiadores de la época donde el phármakos se ofrece voluntariamente, al tratarse, por ejemplo de un vagabundo sin hogar fijo, o de una persona que quiere empezar de cero. Sin embargo, fuera de lo llamativo que esto resulta para los autores antiguos, de los que tampoco podemos fiarnos al cien por cien, lo más habitual era escoger animales como cabras o bueyes, y cargar sobre ellos los males, siendo luego parte del sacrificio a los dioses. En el caso de los bueyes, además, se sabe que eran alimentados con los primeros cereales de la temporada.

Además, se cree que en marzo y abril tenían lugar las primeras presentaciones de quienes querían iniciarse en los misterios de Eleusis, en los cuales Démeter y Perséfone son las diosas titulares y que guían a los adeptos por el camino del inframundo hasta la salvación. Sin embargo, las iniciaciones como tal (mystai), tenían lugar en el mes de octubre.

Las Lemuria romanas eran las fechas en los que los Lemures o Larvae, espectros sin descanso, se paseaban por el mundo de los vivos y podían reclamar venganzas o causar males y enfermedades a quienes se toparan. Estos espíritus podían embrujar las casas y quedarse permanentemente si no eran exorcizados de manera correcta. Para ello se institucionalizaron tres días y tres noches donde poder ahuyentar a estos fantasmas. La fechas exactas varían de autor en autor, y con el cambio de calendario existen dudas, ya que, si bien se corresponderían con los días 11 al 13 de mayo en el calendario juliano, habría que adelantar al menos un mes siguiendo los calendarios romanos anteriores, lo que haría que tuviesen lugar en marzo o abril. Abril, por cierto, cuadraría como preludio a las Floralia, que tenían lugar en mayo.

En la obra Fastos, de Ovidio, el poeta da una etimología acerca de las Lemuria, donde dice que fue Rómulo quien puso el nombre a estas fechas, por haber apaciguado a su hermano Remo, al cual él mismo había matado: Romulus obsequitur, lucemque Remuria dixit .

En estos días los templos se encontraban cerrados, pero se hacían ofrendas en santuarios públicos y domésticos de los difuntos, llevando las primeras espigas de trigo, los granos o panes, también la mola salsa, una tortita especial de harina con sal que cocinaban las vestales para ocasiones especiales, y que también se dejaban en los lararios domésticos. Tampoco se permitían ciertos actos públicos, como bodas o contratos, pues se consideraba que tendrían mala suerte.

Para defenderse de los posibles espíritus, un símbolo apotropaico y de buena suerte era digitis medio cum pollice iunctis, es decir, el dedo medio pegado al pulgar, el símbolo de la higa o figa. Este símbolo, que aún se puede encontrar en joyería del mundo mediterráneo, tiene amplios vestigios en colgantes y joyería de época romana de todas las clases sociales.

Por las noches todo el mundo permanecía en sus casas a excepción de unos grupos que se dedicaban a armar escándalo para asustar a los espíritus, tocando grandes címbalos de bronce y usando cazos u ollas de bronce como tambores, así como cencerros.

Mientras tanto, en los hogares tenían lugar otros cultos destinados a ahuyentar y exorcizar a los espíritus que, por ser familiares difuntos o por haber encontrado puertas y ventanas abiertas, se encontraran en la casa. Otra vez en los Fastos encontramos la descripción del rito doméstico por parte del Pater Familias. A medianoche, el pater recorría la casa descalzo - para equipararse a los dioses o a los espíritus - , con algún objeto de bronce con el que iba dando golpes de tambor; se lavará las manos con agua corriente limpia y mientras tenía también una mano con los dedos haciendo una higa, tirará a sus espaldas alubias negras, diciendo a los espíritus:

<<"haec ego mitto, his" inquit "redimo meque meosque fabis!">>

<< Esto os mando, con estos frijoles (dice) me redimo a mí y a los míos >>

Tirará habas y hará esto nueve veces por la casa, sin mirar atrás, no debe encararse a los difuntos. Después, repetirá nueve veces la frase: <<Manes exite paterni!>>, que quiere decir: <<¡Espíritus paternos, salid!>>

Tras un momento de silencio, podrá darse la vuelta. Se cree que las habas negras habrán sido recogidas por los espíritus y se habrán marchado. Para los romanos era muy importante que los rituales se desarrollasen a la perfección, de manera que si se trababa al hablar o sucedía cualquier imprevisto, debía comenzarse de nuevo.

Rituales de fertilidad: las Targelia y las Floralia

Superados los tiempos oscuros, era necesaria la recuperación de la alegría y la alabanza a los dioses solares y del campo, en preparación de un clima cálido y próspero.

Las Targelias, las celebraciones griegas también de esta época, tenían su faceta alegre y de fertilidad, centraban su atención en el "cumpleaños" de Ártemis y Apolo - si lo miramos desde otra perspectiva, de la luna y el sol - . Estas fiestas tenían lugar en mayo, a veces casi a finales de mayo, y sobre todo tenían repercusión en Atenas. Aquí se realizaban ofrendas a ambos dioses con la finalidad tanto de propiciarlos como de aplacarlos, dado que ambos eran dioses de personalidad dual: Ártemis era una diosa salvaje, señora de los bosques y las fieras, a las que cazaba, y sin embargo, era protectora de las jóvenes, patrona de los partos y aliviaba enfermedades; por su lado, su hermano Apolo era un dios vinculado a la luz solar, protector de las cosechas, pero también capaz de provocar la destrucción y la peste con sus flechas. Como ya se mencionó en el artículo correspondiente, Beleno "el resplandeciente" era el "Apolo celta".

Por otra parte hay referencias a que estas fiestas se dedicaban concretamente a Apolo Pitio, es decir, al Apolo adivino (el Beleno celta también tenía carácter adivinatorio) y al mismo tiempo, matador de la serpiente Pitón, es decir, carácter purificador-pacificador con respecto a la tierra.

Estas fiestas contenían una parte violenta y expiatoria que ya se vio en los primeros párrafos. Pero en su parte festiva, tenían lugar competiciones de poesía, coros y danzas, se hacían ofrendas de legumbres y platos preparados con los primeros frutos de las primeras cosechas (panes llamados targhelion, o guisos, cocinados con los primeros granos de trigo, etc) Además de los dioses gemelos, también se visitaban los templos de Ceres, ahora en su papel de diosa de las cosechas, y se le ofrecía trigo, así como se le sacrificaban ovejas y cerdos.

Tenían lugar procesiones de niños y jóvenes con ramas de laurel y olivo decoradas con hilos de lana, que, al parecer, en sus inicios eran protectores de las cosechas, pero posteriormente eran colgados en los dinteles de puertas como símbolo de abundancia. En otras fiestas de Apolo, las pianepsias, que se celebraban en octubre, se repetía esta procesión, pero con un carácter más solemne, y con lana de color violeta o morado, que simbolizaba la madurez de las cosechas.

Las Floralia eran una celebración de los antiguos romanos, que tenía lugar entorno a finales de abril, según diversos autores, empezando el 26 o el 27 de dicho mes, día en que se fundó el templo dedicado a la diosa Flora, según los libros Sibilinos habían recomendado, para finalizar una temporada de sequía. Esto daría a entender que las Lemuria tenían lugar después de estas fiestas. Sin embargo, como hemos dicho, puesto que los calendarios han cambiado, muchos historiadores y folcloristas dudan de este orden. Sea como sea, esto no altera el hecho de que en torno a estas fechas hubiera paralelamente ritos agrarios y de espíritus.

La diosa Flora, diosa de la naturaleza, los bosques, las flores, la primavera, la fertilidad y la alegría, era reverenciada con el mismo respeto que el resto de divinidades del panteón, a pesar de tener pocos templos, y estaba incluida entre las quince únicas divinidades que podían contar con un Flamen (alto sacerdote), en este caso, el Flamen Florialis.

Las celebraciones podían durar cerca de una semana, con los tradicionales ludi romanos, es decir, obras de teatro y espectáculos de circo, además de decoraciones y comilonas públicas, y sacrificios. Destaca de estas fiestas la participación de las prostitutas, que, aunque habían perdido su principal misión como símbolos sexuales y de fertilidad, aún tenían un lugar especial en estas fiestas, ya fuera como actrices, luchadoras, bailarinas o acompañantes. Si bien estas fiestas eran consideradas licenciosas y de baja clase, lo cierto es que casi todo el pueblo participaba en las mismas, y la asociación vino por la localización de su primer templo, una ladera del Aventino donde la plebe acostumbraba a reunirse, lo que habría provocado esta visión para los patricios. Para otros estudiosos, este desprecio podía provenir del posible origen sabino de esta diosa, o de que sus fiestas se asociasen con la devolución del ager publicus, es decir, con la liberación de las tierras de cultivo, antes en poder de los nobles.

En estas fiestas la solemnidad daba paso a ropajes de colores vivos y decoraciones con flores y telas de colores. Entre los ritos romanos sabemos que implicaban la suelta de animales como cabras y conejos por el campo, ya que eran considerados animales promotores de la fertilidad, dada su viva sexualidad. También se tiraban guisantes, habas, lupinos y otras semillas sobre los asistentes a las ceremonias, como símbolo de fertilidad y prosperidad - parecido al significado del arroz en las bodas mediterráneas. Como ofrenda a Flora se llevaban ramos de espigas de trigo hasta sus altares (florifertum), aunque esta ofrenda es común con otras diosas del campo, como Ceres, y en algunos lugares, como Hispania, la Bona Dea o Maia casi robaba el protagonismo a Flora.

Por la noche hay constancia por registros textuales de que se hacían juegos de luces y se iluminaban las calles, porque la fiesta continuaba. Sin embargo, no hay constancia de hogueras ni grandes fuegos de sacrificio.

Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

-Avial Chicharro, L. Breve historia de la vida cotidiana del Imperio romano, Nowtilus, 2018

- Brandon, S.G. F. Diccionario de Religiones Comparadas. Ed. Cristiandad. 1975

- Porte, D. Fêtes romaines antiques. Ed. Clairsud. 2002

- Zaidman, L.B; Schmitt-Pantel, P. La religión griega en la polis de la época clásica. Ed. Akal, 2002


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