Las cuatro leyes de la magia en el ocultismo
Desde la antigüedad, la magia se ha entendido como el método por el cual un espíritu o fuerza universal puede ser manipulado para alterar el entorno. Esto se ha comprobado a nivel antropológico desde las primeras manifestaciones espirituales de la magia primitiva.
La cuestión es que esa "energía" se manifiesta en formas muy diferentes, y para poder usarla cada cultura ha desarrollado distintos sistemas. Si un hechizo no funciona, puede ser porque no se haya realizado correctamente… ¿Podría decirse, pues, que existen formas correctas e incorrectas de magia? La respuesta es sí. Al menos, en lo que a las concepciones de magia humana se refiere.
Las leyes de magia a menudo tienen más repercusión en el mundo literario o audiovisual que en la vida real. Esto se debe a que mientras que en el mundo del escritor son necesarias unas normas para que la narración sea coherente, en el mundo del ocultismo hay múltiples variantes, o eso parece, y los conceptos de equilibrio, coste o pacto no son realistas en la mayoría de casos. Por ejemplo, la ley del tres en la religión Wicca, donde lo hecho se recibe tres veces (para bien o para mal), es una especie de karma o recompensa que no es equilibrada, sino multiplicada como regalo o castigo. O por ejemplo, la magia negra o ritos de destrucción, si se trata de una venganza podría considerarse un acto justo, pero si son por envidia o malestar se pueden entender a nivel ético como "consumidores" de la moral del practicante y poco más.
Como podremos ver a continuación, las leyes de magia del ocultismo del mundo real son más bien pasos para garantizar el buen desarrollo de los hechizos: tener la idea clara, conocer la energía que se va a manipular, utilizar las herramientas correctas y lanzar el hechizo. No se trata de justicia, ni de equilibrio, sino de efectividad.
No es casual que en los ritos chamánicos y de magia natural, en las religiones antiguas o en los modelos New Age, se continúen realizando hechizos prácticamente paralelos. Un ejemplo podrían ser los amarres de amor, con cuerdas de nudos, o los hechizos donde se destruye un objeto que representa a la persona a hechizar, con testimonios desde los albores de la humanidad. No es casualidad que todas las culturas hayan encontrado en el número tres, en el triángulo o en la circunferencia unas características matemáticas de perfección. Igual ocurre con otros elementos repetidos en todo el orbe, como el uso de la sal como protección. Todo esto podrían denominarse normas o instrucciones mágicas, conocimientos que a nivel de práctica mágica son ineludibles.
A pesar de obras como las de Cornelius Agrippa (S.XV), podemos decir que no fue hasta los siglos XVIII y XIX, con el boom de las órdenes ocultistas, cuando se estableció formalmente que la magia requería del cumplimiento de ciertas normas para ser realmente efectiva.
Éliphas Levì (1810-1875), con su obra Dogma y Ritual de Alta Magia, fue rápidamente considerado toda una autoridad en lo que a la teoría mágica se refiere. En dicha obra, Levi expone lo que él consideraba las tres leyes básicas de la magia, a saber:
1. Ley de la voluntad humana. Para él, la voluntad es la idea abstracta de la capacidad del ser humano para modificar su entorno, con efectos psicológicos y físicos. Se basa, simplemente, en las teorías del movimiento en cadena, como ya dijera Aristóteles, en la necesidad de un motor que active el resto. Entendiendo el mundo dentro de una filosofía hermética en la que todo está relacionado, cualquier acción provocará una reacción. Por lo tanto, cualquier manipulación del "fluido" universal provocará cambios. El fluido universal es una constante energética, no simplemente de cambios físicos o materiales, sino también de energías, vibraciones, espíritu…
De manera que la primera ley de la magia es la voluntad del mago, una energía lo suficientemente intensa como para alterar a las que tiene a su alrededor. Hay que distinguir voluntad de deseo, ya que el primero es algo puntual, humano por naturaleza y de fácil satisfacción en muchos casos, mientras que la voluntad es una constante vital, una fijación, una motivación o vocación mucho más profunda e insistente que sí es capaz de provocar cambios. La intención, sin embargo, para ser efectiva debe ser clara y precisa, sin altibajos, o de otro modo, se estarán enviando mensajes contradictorios y confusos que desembocarán en un fracaso.
2. Ley de la luz astral. Los alquimistas se referían a ella como el Agente Universal o Alma del Mundo; En Asia es el Qi chino o el Prana hindú. La definición de luz astral viene dada por las formas modernas de espiritualidad, y se definen sobre todo por el aspecto emocional, buscando un estado de equilibrio y comunión con la energía universal. Sin embargo, para el mago el equilibrio no es lo único - aunque sí se intenta preservarlo para evitar un desequilibrio que acabe afectando de rebote. Un Mago, con su voluntad, puede alcanzar a identificar dicha energía y modelarla a su antojo en su entorno cercano.
Seguramente hayáis oído, pues es muy popular en estos días, la idea de las vibraciones, de leyes de atracción, etc. El sistema para trabajarlo es básicamente lo mismo. Una vibración de positividad moverá las energías a su alrededor, alejando las malas y atrayendo las buenas, como un imán. Lo mismo ocurriría con la negatividad. Por esa misma regla, una voluntad mágica atraerá lo semejante, lo que solicita, y la fuerza de voluntad deben trabajar con hábitos, esfuerzos, meditaciones, ritos, etc, que funcionen como canalizadores, ya que la pereza, la incertidumbre, el desasosiego, la impaciencia, etc. pueden interferir como energías "en contra", que paralicen o cambien de rumbo los objetivos y sus consecuencias.
3. Ley de la correspondencia, también llamada las virtudes mágicas, se trata de las ideas ya presentes desde la antigüedad clásica, y transportadas en el medievo, de que todo los existente posee unas cualidades concretas que afectan paralelamente a otras. La máxima hermética <<como es arriba es abajo>>. Empezando por los astros "arriba" afectando a lo que tienen en la tierra "debajo" de ellos, se crea una red de interrelaciones y asociaciones que van desde lo planetario hasta las plantas, las formas, los colores, los cristales, los materiales, las posturas, etc. Este axioma hermético unifica la voluntad del mago y lo alinea para que su intención y voluntad se muevan por las sustancias y caminos correctos de la red de energía mágica.
Dicho de otro modo, se trata de conocer qué poder almacenado tiene cada elemento de la existencia, para escoger los símbolos, herramientas y momentos adecuados. Si se consigue crear a nivel mágico una circunstancia en el plano energético o astral, esa circunstancia será real en el plano físico, puesto que se reflejará.
Por otro lado, los grupos hermetistas hablaban también de vibración y de transmutación, entendiendo que no sólo se trata de reflejos, sino de mantener un equilibrio, manipulando las distintas energías y frecuencias, y conseguir el objetivo final, es decir, transformarlas. En ello la alquimia jugó un gran papel tanto en lo físico como en lo espiritual y la mentalidad natural de figuras como Paracelso, en tanto que la naturaleza es un todo, que une lo positivo y lo negativo, la duplicidad, y conocer las "cantidades" es ensamblar las propiedades.
Unos años después, la Golden Dawn, repasando las distintas teorías y adaptándose a los nuevos tiempos, desarrolló la que se ha definido como cuarta ley, y que también tiene cierta difusión en el mundo esotérico. La Ley de la visualización. debe tenerse en cuenta que la Golden Dawn es una orden de magia ceremonial, por lo que las normas e instrucciones ordenadas son parte de su propio ser. Empero, estas normas han acabado aplicándose también a otros entornos, como la magia natural, donde las ideas de mundo espejado y equilibrio también tienen mucha importancia, y por lo tanto,
4. La ley de la imaginación o la visualización, también llamada manifestación. Levi hablaba de ella como poder cognitivo, pero no llegaba desarrollarla como una ley propiamente dicha. El poder cognitivo de Levi se basaba también en clave de sabiduría, de conocimientos y mente desarrollada.
La visualización y la manifestación también tuvo su hueco previo como norma dentro de los escritos de corte hermético, es decir, dentro de organizaciones de corte esotérica como podrían ser los Rosacruces y órdenes alquímicas, donde, por otra parte, el simbolismo era una enseñanza clave.
La Golden Dawn pareció considerarla demasiado importante como para ser sólo una herramienta y no una norma. Para ellos la visualización es esencial porque ayuda al mago/a a continuar con su idea presente y sin salirse del camino. Transmite, además, la imagen incorpórea - es decir, solamente espiritual o energética - a las redes de fluido mágico. La Golden Dawn y otros tipos de magia de los últimos siglos, como la magia del caos o el esoterismo teosófico, han hecho hincapié en el uso de herramientas auxiliares que ayuden a que la visualización no sufra alteraciones indeseadas. Al igual que para la luz astral se recomiendan meditaciones y ritos, aquí se hace uso de mandalas, tattvas, sigilos y otros símbolos representativos, de manera abstracta, del objetivo del hechizo. La abstracción hace posible que no se piense ni manifieste, de manera involuntaria, ningún desvío del objetivo, ya que la mente humana abre todas las posibilidades cada vez que pensamos. Podéis profundizar un poco más en la función de los sigilos en el artículo del blog: Sigilos, sellos mágicos.
Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:
- Cicero, C. ; Cicero, T. Golden Dawn Magic. A Complete Guide to the High Magical Arts, Llewellyn Publications, 2019
- Levi, E. Dogma y ritual de Alta Magia, Ed. Humanitas, 2000
- Rubenstein, E. Magic: The Legacy of the Rosicrucians. Hermetic World, Paphos. 2023
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