Profecías del Oráculo de Delfos
El oráculo de Delfos se encuentra situado en un lugar privilegiado de la región natural de la Fócide, aislado, con unas vistas impresionantes, y, consecuentemente, un entorno espiritual idóneo. La historia del santuario es larga y mitológicamente son muchas las divinidades que se nombraron patronas del lugar, hasta que dos dioses predominaron: Gea, la diosa de la tierra, también poseedora de otros muchos oráculos del mundo antiguo, y Apolo, quién, según el mito, mató a la serpiente Pitón, que habitaba en esos parajes (la serpiente también es un símbolo de la Tierra: puede que sea una metáfora muy bien hilada de cómo Apolo "quitó" el oráculo a Gea), y estableció allí no sólo su santuario oracular, sino una sede para los juegos píticos, múltiples templos a divinidades relacionadas, y los thesauri, pequeños templetes donde se conservaban los "tesoros", es decir, las ofrendas, muy numerosas, que allí se realizaban.
Sin duda la característica más importante del oráculo de Delfos era su método de profetizar. Si bien en otros lugares de Grecia se utilizaba la adivinación por geomancia u oniromancia, aquí las palabras salían de la boca de la Pitia, quien tenía su propio ritual mántico: descendía en soledad a un espacio sagrado, el ádyton (gr. ἄδυτον, lugar impenetrable, en el sentido sagrado) con un bastón de laurel y una corona de las hojas del mismo árbol, consagrado a Apolo. Allí bebía o se bañaba en unas fuentes subterráneas, según algunos Casotis, y según otros, un manantial de la fuente de Castalia. Allí abajo es donde se sentaba en un alto trípode, cuyas patas simbolizaban el pasado, el presente y el futuro, situado sobre una grieta de la cual salían los vapores de la tierra. Se dice que además mascaba hojas de laurel, el árbol consagrado a Apolo, y otras hierbas. Tras un breve espacio de tiempo, la Pitia entraba en trance, en éxtasis religioso, y comenzaba a profetizar, diciendo cosas ininteligibles que los sacerdotes del templo se encargaban de interpretar, dando la respuesta en verso a los consultantes, con los cuales solían reunirse un día antes de acudir a la Pitia.
Se ha hablado mucho acerca del origen de estos vapores: es sabido que bajo el territorio griego hay múltiples fallas tectónicas, que los antiguos conocían e identificaban, situando sus ciudades y templos encima de ellas. Sin embargo, no fue hasta principios del S.XXI cuando se pudo confirmar abiertamente que dos fallas chocaban exactamente bajo el templo de Apolo de Delfos, en el ádyton, con lo que se inició una investigación geológica donde se encontraron manantiales secos y sedimentos que contenían etano, metano, benceno y etileno, restos de gases de hidrocarburos psicoactivos que podrían haber dado lugar a un estado anestésico, alucinógeno, espasmódico y estimulante para la Pitia. De hecho, en las representaciones antiguas de la pintura cerámica griega, la Pitia es presentada siempre en un estado de relajación.
Plutarco (ca. 50-120), quien fue sacerdote principal en el Oráculo de Delfos, nos da muchos detalles acerca de este estado, diciendo que la mujer daba saltos, se agitaba, canturreaba y salivaba. Todos estos efectos cesan al dejar de respirar los gases, pero su toxicidad es alta en exceso, y por ello los oráculos se espaciaban en el tiempo. Debido a la popularidad del oráculo, llegaron a existir varias pitias para poder realizar dicho espaciamiento, quienes eran escogidas entre las jóvenes de buena familia, si bien Diodoro cuenta que un cliente violó a una, y desde entonces eran mujeres mayores vestidas de doncellas quienes servían al oráculo. Cuando era posible consultar a una Pitia, las respuestas podían darlas los sacerdotes a través de adivinación con frijoles de colores o lectura de augurios. Una buena forma de distanciar las consultas era el sacrifico previo, a través del cual, por la actitud del animal o la lectura de sus entrañas, los sacerdotes podían denegar una consulta por no ser el momento adecuado. Una vez más es Plutarco quien cuenta que un cliente insistente quiso consultar a la Pitia, incluso siendo los augurios negativos, y que la pobre Pitia, probablemente por exceso de exposición a los vapores, acabó desquiciada, histérica, tuvieron que sacarla de allí, y murió poco después.
Las profecías
El oráculo de Delfos se convirtió en el más famoso de la antigüedad, y por los registros que tenemos, parece que toda decisión política le era consultada previamente. Cabe pensar que el oráculo, que por otra parte se encontraba en una de las zonas mejor comunicadas (y por lo tanto, informadas) de Grecia, tomaba parte e influía activamente en todas estas cuestiones, según su preferencia. Sin embargo, sus predicciones siempre eran ambiguas.
Heródoto (484 -425 a.n.e. ) nos cuenta varias de ellas, aunque muchas mezclan la leyenda con la historia:
Al legendario legislador Licurgo de Esparta le confirmó su soberanía: Has venido a mi rico templo, Licurgo, un hombre querido por Zeus y por todos los que tienen hogares olímpicos. Tengo dudas de si pronunciarte hombre o dios, pero creo que eres un dios.
El rey Creso de Lidia consultó varias veces a Delfos, tras haber comprobado que sus profecías eran ciertas. Para ello, preparó algo extraño e incomprensible, y envió a varios emisarios a distintos oráculos, a ver cuál acertaba lo que estaba haciendo. El de Delfos dijo: Cuento los granos de arena en la playa y las dimensiones del mar; Entiendo el habla de los mudos y escucho a los que no tienen voz. Ha llegado a mis sentidos el olor de una tortuga de caparazón duro hirviendo y burbujeando con carne de cordero en una olla de bronce: bronce tiene debajo y bronce la cubre.
En efecto, el rey Creso había decidido cocinar una tortuga y un cordero en un caldero de bronce. Se volvió benefactor y devoto de este oráculo y le realizó nuevas consultas, como la de cuánto duraría su reinado. Apolo respondió: Cuando un mulo se convierta en rey soberano de las medos, entonces, lidio delicado, huye por el Hermo sembrado de piedras, huye y no pienses en permanecer firme, ni te avergüences de ser cobarde.
Creso consideró literalmente que un mulo nunca podría ser nombrado rey, y que su imperio duraría eternamente, por lo que su victoria contra los medos estaba asegurada. Un segundo oráculo le dijo: Si cruzas el río Halys, destruirás un gran imperio. Creso se envalentonó y emprendió la guerra, pero perdió contra Ciro, cumpliéndose ambos oráculos: pues Ciro era un "mulo", por cuanto era mestizo de una mujer meda y un hombre persa; y el gran imperio que cayó fue el de Creso.
Tenemos aún otro episodio más de este rey. En esta ocasión, quería oír hablar a su hijo mudo, a lo que el oráculo respondió:
Lidio por tu linaje, rey de muchos, gran ingenuo Creso, no quieras oír en tu palacio la voz muy deseada de tu hijo dotado de palabra. Mejor es para ti que esto quede lejos, pues hablará por vez primera en día de desgracia.
En efecto, cuando escuchó a su hijo por primera vez fue cuando éste gritó el día de la caída de Sardes a manos de los persas.
Heródoto también nos cuenta una consulta de los espartanos sobre la invasión de Arcadia, a lo que el oráculo respondió: ¿La Arcadia me pides? Mucho me pides. No te la daré. Hay muchos hombres que comen bellotas en Arcadia que te detendrán. Mas yo no te niego todo con envidia. Te daré Tegea, por el pie percutida, para que en ella bailes y un hermoso llano para que con la cuerda lo dividas.
Como siempre, el oráculo tenía doble sentido: los espartanos decidieron atacar Tegea y perdieron, y las cuerdas de medida fueron las cadenas que les impusieron como esclavos.
Tenemos muchos ejemplos de doble sentido y otras metáforas, algunos más claros que otros. Pausanias (S.II), nos cuenta que los foceos consultaron al oráculo, preocupados por la invasión de los tesalios. La respuesta fue: Mandaré a combatir a un mortal y a un inmortal. Le daré la victoria a ambos, pero más al mortal.
La interpretación final de este oráculo reside en que los tesalios tomaron el nombre de la diosa Atenea (inmortal) como emblema, mientras que los foceos utilizaron el de su patrón, el héroe Foco (mortal), y ellos fueron los que vencieron en la contienda. Pausanias también nos expone otro ejemplo, una respuesta dada a los mesenios:
Cuando un macho cabrío beba el agua voraginosa del Nede, ya no defiendo más Mesenia, pues la ruina estará cerca.
El "truco" en este oráculo se encuentra en el dialecto que se hablaba en Mesenia, donde le macho cabrío podía ser también la palabra para la planta del cabrahigo, un tipo de higuera, que estaba inclinándose hacia el río Nede, llegando sus hojas a rozar el agua.
De Plutarco tenemos el siguiente ejemplo metafórico, como respuesta al espartano Lisandro: Guárdate, te aconsejo, del hoplita (soldado) rumoroso, y del dragón insidioso hijo de la tierra, que avanza a su espalda.
El hoplita rumoroso es en verdad el río Haliarto, cuyas aguas producen un murmullo, y el dragón a sus espaldas era el dragón dibujado en el escudo del enemigo que lo mataría allí.
Entre otras respuestas a cuestiones privadas, como ésta a una búsqueda de pareja: De Argos, donde pacen los caballos, toma un potra de crin oscura...
citaremos una réplica del oráculo al propio arte adivinatorio: Muchos son los que vaticinan con guijarros, pero pocos los adivinos.
Otras respuestas son de indudable índole política, como es evidente, ya que todas las consultas políticas afectaban a la ciudad de Delfos y al santuario, así como a su reputación. En este caso, las respuestas son bastante más claras, lo que da fe clara de los posibles intereses del oráculo, de los sobornos de los distintos gobernantes, o de las evidencias que Delfos, con su red de comunicaciones, recibía de las previsiones políticas.
Algunas puede que estén inscritas dentro del ambiente literario como las consultas que se realizaron en las guerras médicas, siendo las respuestas a los atenienses las más famosas:
Sólo un muro de madera no será capturado, una bendición para ti y tus hijos, y reza a los vientos. Demostrarán ser poderosos aliados de Grecia.
Un tormenta eliminó gran parte de la flota persa, mientras que la ateniense no sufrió daños, y a pesar de ser menos, consiguieron ganar. De esta forma, los vientos ayudaron a los griegos y la flota de barcos atenienses, como una muralla de madera, consiguió evitar los ataques persas. Sin embargo, todos los oráculos previos habían instado a los griegos a huir.
A Filipo II de Macedonia, el oráculo le recomendó: Combate con lanzas de plata y vencerás en todo. Una respuesta tan clara y pragmática ha sido interpretada en relación a las ofrendas y sobornos de plata que el propio Filipo había realizado.
Su hijo, Alejandro Magno, también visitó el oráculo, y se cuenta que rechazaron darle respuesta. Indignado, entró hasta el ádyton y arrastró a la Pitia fuera, quien gritó: ¡Eres invencible, oh, hijo mío! Y aquellas palabras fue las que Alejandro tomó por respuesta.
Cuando el oráculo de Delfos cayó en manos de los romanos, lo cierto es que su influencia se redujo, siendo visto más como una tradición folclórica griega que como un elemento indispensable. No obstante, Cicerón cuenta que las visitas, también las políticas, seguían siendo muy frecuentes. Los soportes a cualquier empresa romana mostraban descaradamente el apoyo político de Delfos a Roma. Sin embargo, si bien las primeras profecías hacia Nerón fueron positivas, no así las siguientes, en las que la Pitia advirtió: Tu presencia aquí ultraja al dios que buscas. ¡Regresa, matricida! ¡El número 73 indica el momento de tu caída!
Se dice que Nerón, quien acaba de matar a su madre, mató también a la Pitia responsable de este oráculo, y en lo sucesivo sus relaciones con Delfos se anularon. Pensando que viviría hasta los 73, en realidad fue Galba, quien tenía la edad de 73 años, quien ocupó su lugar.
Pero igual que ocurrió, según la leyenda, con Alejandro Magno, que se niegue una respuesta no es algo exclusivo de grandes personajes. Hay varias ocasiones en que la Pitia se niega a responder a los consultantes impíos, es decir, a los asesinos o criminales. Ya antes había rechazado a consultantes griegos.
Eliano y Orígenes nos cuentan que Calonda de Naxos, apodado "el cuervo", había matado al poeta Arquíloco. Como, por tanto, había matado a un servidor de las artes, de las que Apolo también era patrono, simplemente le dijo: Mataste al servidor de las musas: sal del templo.
También, cuando manó sangre en el templo de Hera en la ciudad de Síbaris, los sibaritas acudieron a la Pitia, que en el oráculo les sorprende revelándoles que la diosa se ha enojado por el asesinato de un citarista cerca de su templo.
Aléjate de mi trípode; todavía la sangre de tus manos, que gotea en abundancia, te aparta de mi pétreo umbral. No te daré ningún oráculo. Mataste al servidor de las musas, junto al altar de Hera. No escaparás al castigo de los dioses (...)
El oráculo, en cualquier caso, fue cayendo en declive. Se nos cuenta primero que se dejó de dar oráculos en verso, pasando a la prosa, y que con el cristianismo, la adivinación pagana fue duramente criticada y el trance de la Pitia se vendía como posesión demoníaca. Sólo Juliano el Apóstata (332-363), quien trató de resucitar el paganismo dentro de la expansión cristiana, consultó el oráculo oficialmente en 362, recibiendo la siguiente respuesta:
Dile al emperador que nuestro salón esculpido se está cayendo en ruinas. Febo ya no tiene techo sobre su cabeza ni refugio desde el que profetizar. La fuente ya no habla, el arroyo se ha secado, el que tanto tenía que decir.
Si bien para muchos fue una pedida de auxilio, en la cual el emperador quiso embarcarse, tratando de reconstruir el lugar, prácticamente abandonado, es curioso hacer notar que, tal vez, vistas las investigaciones geológicas, fuese también literal el hecho de que el manantial y la grieta desaparecieran, a consecuencia de diversos terremotos.
Ello no robó encanto al enclave arqueológico, que tras el romanticismo, la independencia y las excavaciones del S.XX ha ido recuperando su antigua llamada de visitantes. Lord Byron habló en sus poemas de la quietud que se respiraba en el santuario. El poeta Ángelos Sikelianós (1884 -1951) trató de recuperar los juegos délficos, las competiciones artísticas (teatro, poesía) e incluso el sentimiento religioso del lugar, en una idea universalista, lo que se conoce como La Idea Délfica; pero, lamentablemente, tras tres años de mucha disputa económica, social y política, la Idea Délfica acabó.
Si bien para muchos el oráculo de Delfos sigue siendo un lugar mágico e inspirados, como últimas palabras del oráculo se citan sus supuestas palabras en el año 393, con Constantino como emperador: Todo ha terminado. Aunque todo apunta a una romantización del fin del paganismo y la victoria del cristianismo, hay quienes recuerdan que, un lustro después, Roma caería en manos de los visigodos, y el mundo clásico tal y como era conocido desparecería para siempre.
Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com
Bibliografía:- Benavente, M. (Trad.), Treinta y seis oráculos de Apolo
Delfio. Suplemento de Estudios Clásicos, número 1, Madrid 1996.- Plutarco. Sobre los oráculos. (José de Olañeta ed.) Colección
El Barquero, 2007- Scott, M. Delfos: historia del centro del mundo antiguo.
Ariel, 2015.
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