Los orígenes de Lilith

31.05.2021

Lilith es un personaje que cada día cobra más importancia dentro del folclore occidental, si bien su imagen ha sido modificada desde su origen mesopotámico, a través del judeocristianismo y la literatura que la ha asociado a otros seres de mitologías colindantes o metáforas proto-feministas. Éste es sin duda el retrato más extendido en la actualidad, pudiéndolo encontrar tanto en las pinturas decimonónicas como en las series fílmicas actuales, donde a menudo cumple un rol entre la villanía y la libertad, entre la seducción y la fuerza.

El nombre de Lilith proviene de la raíz sumeria líl-, aire o soplo, lo que también solía relacionarse con "espíritu". Sin embargo, esta etimología no es clara, ya que existe también la antigua raíz acadia lail- , que hace referencia a la noche. Sin duda ambas pudieron estar relacionadas ya en el antiguo mundo mesopotámico, ya que Lilith y el resto de demonios de la noche tienen características semejantes: están provistos de alas, a veces con pies de ave, y su actividad tiene lugar en la oscuridad de la noche. La Lilith mesopotámica está, además, asociada a las lechuzas, lo que fusiona ambos elementos.

En el mundo sumerio y acadio no existía la denominación como tal de "demonios", tampoco como conjunto de entidades sobrenaturales. Estos espíritus eran, sencillamente, fuerzas nocivas, causantes de los males del mundo, tanto de la naturaleza como de los seres humanos. No obstante, como ocurre en otras culturas como la egipcia, se utiliza esta denominación para el tratamiento de estos entes para definirlos ante el público general.

De entre todos los demonios de la noche, los más temidos eran la tríada formada por lilû, lilîtum y ardat lilî. Frecuentaban lugares desiertos, abandonados, pero a menudo acudían de noche a pueblos y ciudades, y se introducían en las casas como brisas, a través de puertas y ventanas. Lilû y Lilîtum forman una pareja masculina y femenina, como es habitual en el politeísmo oriental, y ambos se caracterizan, precisamente, por no tener pareja y por ser estériles. Por ello se introducen en las camas de mujeres y hombres, respectivamente, a los cuales poseen mientras duermen. Existían días marcados en los calendarios en los que se recomendaba no dormir en el exterior, ni siquiera en las terrazas o azoteas propias, considerando que en esos días los demonios de la noche eran más propensos a presentarse y atacar. Uno de estos días era el de Lilith, el día séptimo de cada mes. Cuando tenía lugar la posesión, el individuo se veía incapaz de casarse o tener relaciones sexuales, ya que ya se encontraba "desposado" con la entidad demoníaca, y si no tenía lugar un exorcismo, el demonio podía reclamarlo como suyo en el más allá.

Junto a estos dos demonios se encontraba Ardat Lilî. Aparece en el ciclo de Gilgamesh, como una entidad joven y risueña, pero malvada, que se ha instalado a vivir en el interior del árbol sagrado (¿huluppu, roble?) que ha plantado la diosa Ishtar, junto con otros entes demoníacos, la serpiente-que-no-conoce-hechizos y el pájaro Anzu/Imdugud, a veces presentado como un grifo, mitad león. El otro nombre acadio de Ardat Lilî es kiskililu tenía el equivalente sumerio ki-sikil-lí-lá, y ambos hacen referencia a una virgen hermosa. Pero la tradición la presenta con connotación negativa, ya que no ha sido satisfecha, nunca ha llegado a casarse o su matrimonio no llegó a ser consumado, como podía ocurrir entre los jóvenes casaderos, por ejemplo uno de los futuros esposos moría antes de tener lugar el matrimonio o la consumación, considerándose un extraño estado intermedio, vacío, durante un tiempo. Por ello, Ardat Lilî buscaba hombres desesperadamente, buscando romper sus matrimonios o desposarlos a la manera demoníaca, siendo el momento en que era más insistente y poderosa el día décimo de cada mes, especialmente en el séptimo mes del año sumerio.

Una forma de exorcizar a esta demonesa consistía en desposarla con otro lilû, uniendo simbólicamente dos figurillas que los representaran, de manera que regresaban a su lugar originario. Otra forma era la elaboración de un complejo ritual, expuesto en los textos de Labartû, ofrendando doce panecillos y otros alimentos, junto con la figura de un perro negro, durante tres días. Pasado ese tiempo el espíritu entrará en la figura para disfrutar de dichas ofrendas, momento en el que la esculturilla debe ser destruida con una espada y deben enterrarse los pedazos lejos del hogar, el cual se habrá protegido con agua y harina, elementos sagrados.

Ardat Lilî es sin duda el que más se asemeja a la Lilith tal cual es presentada en el mundo hebreo, ya que además se asociaba a la demonesa Lamaštu, a la cual se había negado la maternidad y en venganza devoraba a los niños de los humanos, mientras que Lilû y Lilîtum pasarán al mundo medieval como íncubos y súcubos.

En el mundo judío, Lilith sufre una transformación intensa, por cuanto pasa a convertirse en la primera esposa de Adán, si bien conservará las características malvadas heredadas de la memoria de los hebreos en Babilonia. En el Tanak se menciona a Lilith en Isaías 34, 14, habitando Edom, una región al sur del Mar Muerto que había sido castigada por Yahveh. << Allí, seguramente, Lilith estará tranquila y encontrará reposo>>. La raíz semítica lyl- significa noche, y también se asociaba a las aves nocturnas, por ello no es de extrañar que su figura se relacionase con la Lilîtum mesopotámica, y se fusionase su personalidad con Ardat Lilî, Lamaštu e Ishtar, diosa del amor, la fertilidad, la sexualidad y también de la vida y la guerra, con una relación igualmente trágica con sus amantes. La mayor característica física de Lilith es, según el Talmud, una larguísima melena. Muchos textos la definen como malévola, erótica, que acude en la noche, y con descendientes peludos. Coincide por sus definiciones con otros entes malignos del mundo mediterráneo oriental, como la Lamia, Mormo, Empousa o las striges.

Pero hasta el S. IX, en un Midrash, concretamente en el Alfabeto de Ben Sira, donde encontramos el primer relato de Lilith en el Paraíso como compañera de Adán. Adán se queja a Dios de la desobediencia de su mujer, la cual se negaba a mantener relaciones sexuales permaneciendo debajo de él, pues lo consideraba una sumisión denigrante. Este motivo de queja puede provenir, asimismo, de una tradición rabínica donde Dios requería que los seres humanos, como ocurría con el resto de animales, copularan con el macho encima, pues era un orden natural de origen divino. Independientemente de esto, cuando Adán insistió a Lilith, ella pronunció el nombre divino de Dios, lo cual supone, en el mundo hebreo, toda una osadía y una blasfemia, ya que sólo lo hacía una vez al año, y en voz baja, el Sumo Sacerdote en el Sancta Sanctorum del Templo de Jerusalén, y el resto del tiempo sólo se permitían teóforos. Pues bien, ella tras pronunciarlo salió por los aires, dejando sólo a Adán, momento en que él acude a quejarse.

Dios ordena a tres ángeles que la persigan, y éstos la encuentran a las orillas del Mar Rojo, hogar de múltiples demonios (shedim), entre ellos Samael, identificado con el propio Satán/Lucifer, y Asmodeo, demonio de frecuente aparición en las leyendas judías. Con ellos y otros demonios, Lilith tuvo numerosos descendientes, que comúnmente reciben el nombre de lilim, cuya característica más notable era su apariencia peluda, una creencia que en el folclore semitico se mantuvo, considerándolo una forma de identificar a los mestizos hijos de yînn. Los tres ángeles insistieron múltiples veces a Lilith para que regresara, y como se negara, mataron a cien de sus hijos. En venganza, Lilith juró que cada día mataría tantos hijos de Adán, extensible a todos los descendientes de la raza humana.

El Zohar 1, 19a menciona a Lilith como una entidad maligna a la que llama kelippa, cáscaras, convirtiéndola en un símbolo del mal, desechable, que fue desterrada al fondo del mar, pero con la caída del mar pudo salir y caminar por la tierra para cumplir las maldades prometidas.

Una segunda tradición surgida de la mitología judía con recuerdos de la Babilonia expone que es Lilith la que reconoce sus secuestros y asesinatos de infantes como su destino, así como acepta sin excesivos reparos la muerte de cien hijos diarios para evitar su infinita expansión, que ella pretenderá igualarlos en muertes humanas. Mientras que en el Talmud Lilith era presentada como enemiga de los niños de todas las edades, en estos textos posteriores se especifica que perjudica a los niños hasta el octavo día, y a las niñas hasta el vigésimo. Algunos autores relacionan estos números con los ritos de aceptación familiar del infante, con las muertes prematuras, con las distintas purificaciones, o con el período de cuarenta días en que la madre judía era considerada impura tras el parto. Como los ángeles resultan verdaderamente insistentes, Lilith acuerda con ellos, a cambio de que la dejen libre, que no podrá acercarse a aquellos niños si éstos estuvieran protegidos por sus nombres o sus sellos, o amuletos en los que se los mencione.

Textos todavía más modernos atribuyen la función protectora de los ángeles al profeta Elías, a quien Lilith, además, habría revelado sus otros nombres, para mayor eficacia: Satrina, Lilit, Abito, Amizo, Isorpo, Kalas, Odam, Ik, Podo, Eilo, Patrota, Abko, Kea, Kali, Batna, Talto y Partsa. Se dice que estos nombres, junto con expresiones como "Lilith, fuera de aquí", se escribían en las paredes de las habitaciones de las parturientas, aunque en la Edad Media proliferó el uso de este tipo de expresiones en la alcoba matrimonial, con cartelas en las cuatro esquinas, y acompañadas de los nombres de Adán y Eva, para prevenir también la rebeldía de la esposa. Asimismo, algunas tradiciones han continuado casi hasta nuestros días, como vigilar la habitación de la parturienta físicamente, o la lectura de textos sagrados junto al niño, en especial en ocasiones previas a su presentación familiar o a su circuncisión.

Existían, asimismo, recitaciones y conjuros contra ella. En el Sefer Raziel ha-Malakh (Libro del ángel Raziel), cuya edición completa más antigua proviene de Ámsterdam, en 1701, aunque no se descarta que partes del mismo provengan del medievo, encontramos el siguiente encantamiento:

<<Yo te conjuro, primera Eva, mediante el nombre de tu Creador y el de los tres ángeles que Dios lanzó en tu persecución, así como por medio del nombre del ángel del mar, a los que tú habías jurado que ni tú ni ninguno de tus hijos haría daño a cualquiera que llevase encima nuestro nombre. Por eso yo te conjuro a través de los nombres y los sellos de estos ángeles que están escritos para que no perjudiques a esta parturienta (nombre) ni a su hijo, tanto de día como de noche. Tú no tocarás sus alimentos ni sus bebidas, ni sus 208 miembros, ni tampoco sus 365 vasos. Te lo prohíbo formalmente, tanto a ti como a tu banda, mediante el poder de estos nombres angélicos y de estos sellos>>

La imagen de Lilith se fue pervirtiendo más y más en el tiempo. La transforman en la esposa de Satán o Iblîs (el Satán árabe), como modelo de esposa malvada, libertina, descarada. Asimismo, puesto que Lilith no volvió y Dios arrancó una costilla a Adán para que su siguiente mujer, Eva, estuviese vinculada a él, había que decir de qué estaba hecha Lilith. Si Dios había modelado a Adán del barro o arcilla (adama significa tierra roja), Lilith no podía haber salido de aquél mismo barro, dignificado, y se dijo que Dios la habría hecho con barro residual, sucio, de pura inmundicia, sirviendo esto sólo para justificar su actitud posterior y la "inferioridad" de un ser femenino. Otras tradiciones, tal vez por recuerdo mesopotámico mezclado con los demonios mencionados en el Mar Rojo, dividen a Lilith en la Lilith mayor o vieja, y la Lilith menor o joven, estando la primera casada con Samael, la serpiente del Paraíso, y la joven estaría casada con Asmodeo. La primera pareja habría nacido a la par que Adán y Eva, como contrapunto malvado, como equilibrio en el lado negativo de la Creación. La segunda pareja sería parte del desarrollo demonológico, donde Asmodeo es un rey de los demonios, y dándoles incluso una hija, Lilita, con las mismas características de la madre.

Además, Lilith, por su imagen de anti-esposa, acabó asumiendo también el rol de la sexualidad femenina desenfrenada, violadora de hombres, seductora en sueños eróticos y en la vida real a través de su sensual imagen, pervertidora de toda relación sexual. Se la convirtió en madre de todos los demonios no sólo físicamente, sino como maestra de la perversidad. La de Lilith es una imagen dual: es "masculina-activa" en lo que se refiere a su sexualidad, y "femenina-pasiva" en lo que se refiere a la maternidad, y sin embargo, en ninguno de los casos cuadra en el ideario de lo que debería ser.

Incluso existieron, en tiempos ya modernos, definiciones psicológicas que cumplían el estereotipo de mujer-Lilith, así como modelos interpretativos de sueños donde la "Lilith onírica" cumplía para los hombres siempre los mismos patrones de seducción y acertaba en los mismos temores masculinos. Por el contrario, el "encuentro" de Lilith con mujeres era completamente diferente, como la sombra de un deseo latente, o como el rechazo a personas de sexo femenino con las que han tenido confrontaciones.

Cerrando el artículo tal y como se inició, lo cierto es que la figura de Lilith ha tardado bastante, y sólo en algunos sectores, de despojarse, al menos parcialmente, de toda la maldad y connotaciones negativas atribuidas. Su presentación como mujer fatal en la literatura y el arte, ensalzando su sensualidad e intereses sexuales, no ha impedido que, precisamente, de manera paralela a la figura de Satán, se haya convertido en una rebelde y una libertadora, en definitiva, en una figura transgresora y feminista, cuyo arquetipo realmente era tanto vinculada a Ishtar como vinculada a Adán, y más aún, alguien capaz de mencionar un nombre secreto de Dios sin amedrentarse y jurar con él; pero, si bien en su origen mesopotámica ya es maligna, la presentación monoteísta no es capaz de justificar esa supuesta maldad sin introducirla en un contexto religioso-social muy cerrado y estricto, viéndose claramente cómo se encargaron de retorcer su retrato para demonizar, nunca mejor dicho, la figura femenina.

Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:
-Durán Velasco, J.F. Tratado De demonología. De Prometeo a Malak Tâwûs, de Ahrimán a Iblîs. Editorial Almuzara. 2013.
-Filoramo, G. (ed.) Diccionario de las religiones. Akal, Madrid, 2001
-Hurtwitz, S. Lilith- The First Eve. Daimon Verlag. Hystorical and Psycological Aspects of the Dark Feminine. Switzerland, 1999.
-Servier, J. (dir.) Diccionario crítico de esoterismo (vol. I) Akal 2006

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