Tabellae Defixionum : Tablillas de maldición romanas.

08.07.2023

En el blog tenemos varios artículos sobre la brujería en la antigüedad: Egipto, Grecia, Roma... Pero hacía falta concretar sobre las tablillas de maldición romanas, tabellae defixionum, que suponen uno de los ejemplos más notorios de la estructura de los hechizos, del pensamiento popular y de la magia simpática del mundo antiguo. Su principal mérito es que no son instrucciones, sino las auténticas pruebas de la realización de los rituales.

Defigo es un verbo que significa clavar, atar, fijar. Es precisamente lo que pretendían quienes hacían estás maldiciones. Como en todas las culturas, en la Antigua Roma también existían la magia y la brujería, si bien esta última estaba condenada por las leyes romanas, ya que normalmente un deseo maléfico hacia alguien iba unido a cuestiones sociales y políticas, que podían afectar directamente a la urbs y al Estado. Ejemplos de ello tenemos en movimientos políticos, envenenamientos y otras conspiraciones. Prueba de ello es, por ejemplo, el testimonio de Tácito, que nos cuenta que, tras la muerte de Germánico, se decía que:

<< (…) se encontraban en el suelo y en las paredes restos enterrados de cuerpos humanos, encantamientos y maldiciones, y el nombre de Germánico grabado en láminas de plomo, cenizas a medio quemar y cubiertas de sangre ennegrecida, y otros maleficios con los que se cree consagrar las almas a los númenes infernales >>. Tácito, Anales II. 69.3

Entonces, a quienes sí tenían objetivos considerados malévolos no les quedaba sino realizar sus actos de manera oculta y nocturna. Debe tenerse en cuenta que la brujería era, por otra parte, la única alternativa para quienes se encontraban en una posición inferior (esclavos, mujeres, campesinos o comerciantes...) y que no tenían posibilidades judiciales frente a gente poderosa. Esto se confirma por la forma en la que están escritas la mayoría, en griego y en latín vulgar y lleno de faltas ortográficas y/o sintácticas.

Las tabellae defixionum se realizaban, pues, a escondidas y de noche, son unas tablas de plomo, de apenas unos centímetros, en las que se escribían las maldiciones hacia el enemigo, y que después eran dobladas y maltratadas, y en época tardía, también atravesadas con clavos, para infligirle el mismo daño, antes de enterrarlas o tirarlas a un pozo, condenándole a los dioses infernales. Algunos de los textos se encuentran escritos del revés, sólo siendo legibles mediante el uso de un espejo, y también los hay con ilustraciones de la víctima o de los dioses infernales a los que se le condena. Ejemplo de ello podrían ser las tablillas llamadas "sethianas", por tener representadas serpientes y dioses con cabezas de animales.

Aunque el ritual podía llevarlo a cabo cualquiera, parece que existía la figura (pagada) del mago-defigens, quien era más docto en la materia y actuaba de intermediario, realizando la maldición. Debía cumplir correctamente todas las partes de estas maldiciones para su eficacia, sin embargo, la importancia de las mismas radica en su clasificación de magia agresiva.

Enterrar las maldiciones en tumbas buscaba provocar en la víctima la misma situación del difunto:

<< Igual que el muerto no puede hablar ni conversar, que igualmente Rodhine muera junto a Licinio Fausto sin poder hablar ni conversar. De la misma manera que un muerto no es recibido ni por dioses ni por hombres, que Rodhine no sea recibida por Licinio Fausto, y que tenga la misma fuerza que el muerto aquí enterrado. Plutón, padre nuestro, te confío a Rodhine para que sienta odio eterno hacia Licinio Fausto (...)>> (CIL, IV, 140)

También se hacía con la intención de que el espíritu del difunto, que no puede descansar en paz, auxilie al mago-defigens volcando su odio contra la persona maldecida. Esto no era simplemente una petición, sino una orden, mediante el uso de palabras mágicas:

<< Yo te conjuro, quienquiera que seas, espíritu de muerto prematuro, por los poderosos nombres de insudunasoi aprak. Oaina ageathea simoubuarre karophasiouneta seuroai echmasiroul ebbo...r iao iaeompsonpa. Haz una atadura mágica a los caballos del equipo verde (…) que no puedan correr, ni siquiera caminar, que ni siquiera puedan salir de las cuadras, ni seguir las calles ni las líneas, ni tomar las curvas, que se caigan con sus propios aurigas. Pues te lo ordena ablanatahnabalas y ancherephronephiphoubin (…) >> ( López Jimeno, 2001, nº438)

Existían varios tipos de muertos prematuros, según las costumbres de la antigüedad. Por supuesto, los niños, pero también los jóvenes y doncellas que murieron antes siquiera de casarse. Asimismo, los muertos de manera violenta y los difuntos que no recibieron unos funerales adecuados. Hay vestigios de laminillas que no se dejaron cerca de las tumbas o fosas comunes, sino que las mismas se profanaron para situar la laminilla en lugares concretos del difunto. En cualquier caso, estos espíritus rabiaban, eran feroces y agresivos, idóneos para arrojarlos contra los enemigos.

Los dioses del inframundo y de la tierra son los preferidos para auxiliar a quien maldice a perseguir y condenar a sus enemigos. Hemos visto en uno de los ejemplos que se mencionaba a Plutón, pero otras divinidades ctónicas y del inframundo eran igualmente requeridas.

<<Yo te conjuro por tu nombre, Gea, Gea, Hécate, Hécate subterránea y Lete profundo (…) haced que Macrino resulte culpable (…) en el asunto de las viñas de Mileto(…) >> ( López Jimeno, 2001, nº505)

<< Yo deposito cerca de vosotros esta atadura, dioses de la tierra Uesemigadôn y Core Perséfone, Ereshquigal y Adonis el Barbarita, Hermes subterráneo, Tout (…) y el potentado Anubis (…) >>

Por otro lado, los materiales usados tienen un significado: el plomo es un metal pobre, maleable, y se asemeja al objetivo del que maldice, es decir, manipular fácilmente a su víctima. Además, como ya se ha dicho, había que deshacerse de estas tablillas de forma también simbolizara la incapacidad posterior del hechizado.

<< Así como este plomo desaparece y decae, así decaigan la juventud, los miembros, la vida, el buey, el grano y las posesiones de aquellos que me han dañado (...) >> (Martín, 2010, n°15)

Estas tablillas execratorias romanas tienen algunas similitudes con hechizos orientales (véase, por ejemplo, la destrucción de figurillas en los exorcismos mesopotámicos), por lo que se cree que este tipo de conjuros pudieron llegar a Roma a través de Oriente y Grecia. Los papiros mágicos griegos tienen la misma estructura, aunque las tabellae solamente son muestra de maldiciones. La primera tablilla romana encontrada es del S. VI a.n.e., en Selinunte, Sicilia. Otra similitud es que en estos conjuros siempre es necesaria la pronunciación de la maldición, como queda claro en las propias instrucciones de los ya vistos PGM:

<< Toma una lámina de plomo, escribe la imprecación recitándola al mismo tiempo y lugar la lámina a las figurillas diciendo lo que sigue (...) y al atardecer, desposítala en la tumba de un muerto prematuro o de forma violenta >> (Papiro de París, PGM IV, 329-334)

<<Toma también una lámina de plomo, y graba en ellas la misma fórmula (que en las figurillas de cera de un hombre y una mujer), y atando la laminilla a las figuras con un hilo de telar, haciendo 365 nudos, di: ¡Abraxas, sujeta!" (…) Esta es la fórmula que se graba y se recita>> (PGM IV, 296 y ss)

La palabra hablada en la magia siempre es de un valor superior, y en la antigüedad se creía fielmente en el poder de la palabra performativa, es decir, en que las palabras, expuestas en fórmulas concretas, adquirían un poder mágico (Kropp, 2010). La manifestación hablada convierte lo dicho en una realidad. Además, la inclusión de "palabras mágicas" de difícil pronunciación y origen desconocido, hacían que el conjuro requiriese máxima atención por parte del que lo realizaba, así como excusaba del incumplimiento de lo deseado, si se había pronunciado mal.

Existen varias tipologías de tabellae. Faraone (1991) las dividía por sus fórmulas: la fórmula de atadura (manipulación); la fórmula de plegaria (se pide ayuda a los dioses); la fórmula de deseo (se desea el mal); y la fórmula del similia similibus, es decir, de que lo semejante actúa sobre lo semejante. Pero esta división resulta difusa y pierde mucho significado si se desconoce el léxico latino.

Por eso otros autores como Marco Simón (2019) han preferido organizar ola presentación por temáticas. De esta manera encontramos, por ejemplo, las defixiones con maldiciones amorosas. Como se vio en los PGM, estos textos implican sometimiento y venganza, algunas tabillas están unidas a figuras de cera o arcilla (kolossoi) a las que se han clavado alfileres, atado o golpeado. La arqueología ha permitido ver la aplicación práctica de los hechizos en tabillas donde se indican claramente los nombres de quien se desea someter o enloquecer, incluyendo, adaptaciones y aplicaciones amorosas homosexuales.

<<(…) Yo quito a Vetia, a quien parió Optata, el sentido, la inteligencia y el juicio y la voluntad, para que me ame a mí, Félix, a quien parió Fructa, a partir de este día, a partir de esta hora, para que se olvide de su padre y de su madre y de todos los suyos y de todos sus amigos y de todos los hombres por mí, Félix, a quien parió Fructa.(…)>> (DT 266)

<< (…) que ardan los genitales de Allous, su vulva, sus miembros, hasta que abandone la casa de su esposo Apolonio>> (Martin, 2010, 121)

<<Que Juvinus permanezca insomne por su amor por mí, Porfirio>> (Martin, 2010, 133)

Increíblemente populares, se han encontrado muchísimas tablillas destinadas a maldecir al equipo contrario de las carreras. Este tipo de tabellae se han denominado generalmente agonísticas o circenses. En ellas, se solicita que los caballos del equipo contrario sean inútiles, o que los aurigas pierdan el control. Exponemos aquí un breve modelo:

<<Te conjuro, démon, quienquiera que seas, para que desde esta hora, desde este día y este momento, tortures y mates a los caballos de los Verdes y de los Blancos, y hagas chocar a los aurigas Claro, Félix, Prímulo y Romano, y los mates, no dejes ni su espíritu (…) >> (Audollent, 1904, nº 286)

Pero también las encontramos en asuntos circenses más contundentes:

<< Haz que Gallicus no pueda matar a un toro y un oso en los juegos, sino que sea muerto por ellos, en nombre del dios (¿Seth?)…>> (DT 247)

Existen unas defixiones centradas en los resultados de los juicios, asunto aparentemente más serio. El objetivo de las tablillas judiciales generalmente era que ciertas personas no pudieran testificar, ya que ello podría provocar problemas al defigens. Para ello basta con enterrar o sumergir las tablillas mientras se ha dicho lo que está escrito en ellas.

<< Que el liberto Príamo quede mudo de todas las formas posibles (..) que nadie pueda decir nada sobre la herencia, que todos enmudezcan y callen (…) >> (CIL, II, 7)

<< Que no puedan actuar en nuestra contra, que la diosa los enajene y no puedan hablar mal de nosotros, que los enmudezca. G Domicio y Lucio Larcio, diosa Muda Tácita… (…) dados estos al dios Savus, que hunde, para que se encargue de nuestros enemigos, los hunda, enmudezcan y no testimonien>> (Marco Simón y Roda de Llanza, 2008, pp. 110)

Existen tablillas de maldición que ofrecen a las víctimas a los dioses, como si fueran sacrificios. Siguen el modelo del ritual romano, pero con el enemigo como ofrenda para las divinidades.

<<Q. Letinius Lupus (…) este es el hombre que yo ofrezco, dedico y sacrifico a vuestro divino poder, con el fin de que vosotras, Aquae ferventes – salvo que no prefiráis el nombre de nymphae o cualquier otro – lo matéis, lo degolléis durante el año próximo >> (CIL, IX, 1823)

Tenemos otras ofrendas a los dioses, no humanas, de objetos robados. Este tipo de textos son posiblemente los más curiosos y diferentes, porque más que maldiciones, son denuncias. Se cree que tienen su origen en los anuncios de robos populares. En ellos no se pide a la divinidad que ayude a encontrar al ladrón, antes bien, que lo castigue. La divinidad se implicaba porque el objeto robado a menudo le era ofrendado, de manera que el ladrón se convertía, sin saberlo, en un sacrílego, porque habría robado al dios y no al humano. Este tipo de tabillas tienen múltiples ejemplos en las termas de Bath (Inglaterra), que en lugar de enterrarse se arrojaron a las aguas del Santuario de Sulis.

<< Basilia dona al templo de Marte su anillo, para que cualquiera que sepa algo (…) guarde silencio el tiempo necesario, de manera que, si alguien hubiera robado el anillo o fuera cómplice, le sangren los ojos y todos sus miembros, y tenga todos sus intestinos completamente carcomidos>> (Tabellae Sulis 97)

No obstante, tenemos denuncias públicas, que siguen el mismo patrón y que resultan difíciles de clasificar entre las tablillas de maldición y las supplicationes. Véase la pieza de plomo con asa (para ser colgada) hallada en Baelia Claudia, actual Tarifa:

<<Isis Myronima, te confío el robo que he sufrido. Dame pruebas de tu divinidad y majestad, de manera que prives de la vida públicamente a aquel que lo hizo, que robó mi propiedad: una cubierta de cama blanca nueva, un tapete nuevo, dos colchas usadas; te ruego, Señora, por tu majestad, que castigues este robo>>.

Y aún con más encanto, la imprecación en una pieza de mármol tallado, conservada en el Museo Romano de Mérida:

<<Diosa Ataecina de Turóbriga, Proserpina, por tu majestad te lo ruego, te imploro y suplico que vengues el robo del que he sido víctima (…) seis túnicas, dos capas de lino, Una camisa, y cuyo nombre ignoro (…) >> (CIL II, 462)

Lo que queda claro a la luz de los numerosos hallazgos, es que las tabellae y la magia execratoria no eran algo que fuera conocido sólo por unos pocos. Y tampoco era exclusivo de los paganos. En algunas tablillas, tal y como ocurría con los papiros mágicos, aparecen mezclados varios dioses, incluyendo ángeles y al propio Jesucristo. Asimismo, hay vestigios de algunas tablillas de maldición realizadas por cristianos. De hecho, una reciente investigación ha planteado que las fórmulas de condenación del Apocalipsis de San Juan estén nada más y nada menos que inspiradas en el lenguaje formular de las maldiciones de las tablillas romanas.

Pietro V. Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

-J. G. Gager, Curse Tablets and Binding Spells from the Ancient World, New York-Oxford, 1992.

-Luck, J. Arcana mundo. Magia y ciencias ocultas en el mundo griego y romano. Madrod, 1995.

-Marco Simón, F. Los contextos de la magia en el Imperio Romano: Incertidumbre, ansiedad y miedo. Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2019.


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