Historia de la alquimia (III). La Edad Media Europea.

20.05.2023

Vista la alquimia en la antigüedad y en el mundo bizantino e islámico, en esta tercera parte toca un repaso de la alquimia en la Europa medieval.

Europa cristiana

Los tratados europeos "originales" de alquimia, es decir, que no eran simples traducciones o reinterpretaciones de otros textos rescatados, comenzaron a proliferar, aumentando notablemente gracias a la imprenta, y alcanzando su apogeo en el S.XVII. Antes de llegar a este punto, existieron grandes figuras como Roger Bacon (filósofo del S.XII,al que se atribuye la obra Speculum alchimiae), Paracelso (S.XV, quien utilizaba el término alquimia para todo fenómeno de transformación, del más complejo al más banal),o Giovanni Battista della Porta (S.XVI, autor de Magia naturalis), entre otros.

En gran parte, el pensamiento alquímico medieval europeo se movió entre la filosofía aristotélica y el pensamiento cristiano. Algunos opinan que esto se debía a las presiones eclesiásticas, y otros piensan que se debía simplemente a que la mayoría de los alquimistas eran religiosos, ya que eran quienes podían acceder a la lectura y la escritura. En cualquier caso, esto provocó que existieran muchos trabajos puramente teóricos y que durante sus inicios se avanzara poco en el campo experimental.

Es el caso de Alberto Magno (1193-1206), a quien, si bien escribió un tratado sobre minerales (De mineralibus), y otros tratados filosóficos y químicos, fue tras su muerte cuando comenzaron a atribuírsele obras de alquimia para dotarlas de mayor prestigio. Se dice que descubrió el arsénico y es cierto que creía en los "poderes" de los minerales, y composición en las cosas en materia y forma (quod est y quo est), pero sus menciones confirmadas de alquimia son casi exclusivamente en relación al pensamiento aristotélico. A su discípulo, Tomás de Aquino, se le atribuirá la Aurora Consurgens, un tratado que mezcla citas bíblicas con textos alquímicos.

Para el alquimista medieval, la alquimia es la filosofía completa, por tratar de todos los aspectos naturales, humanos y espirituales. Por otras parte, puede decirse que hasta el S.XIII, los trabajos existentes de alquimia son sobre todo traducciones de obras árabes u obras pseudoepigráficas de la antigüedad, como el Secreta secretorum de Pseudo Aristóteles, o el De anima in arte alchimiae, de Pseudo-Avicena.

Concretamente de las dos obras citadas tomó mucho Roger Bacon (1214-1294,) considerado plenamente un alquimista medieval, además de ser el primero en plantear un método "científico" basado en la experimentación y comprobación empírica. Concebía el mundo como un conjunto de fuerzas ocultas relacionadas con las matemáticas y la geometría, pero lo más importante, tomado sin duda de obras como las anteriormente citadas, es que relacionó la transmutación de los metales con la medicina, y por tanto, las primeras ideas en la alquimia occidental de que la pureza de los metales puede ser aplicada al cuerpo humano y por lo tanto curar enfermedades o prolongar la vida, tal y como manifiesta en su obra Opus Maius. Estas ideas serán expuestas después en múltiples apócrifos, que provocarán la locura alquímica del Renacimiento. Sin embargo, para Bacon la alquimia tenía una finalidad mucho más religiosa, podría decirse que incluso relacionada con la resurrección, y como herramienta contra el Anticristo.

Vicent de Beauvais (¿1190-ca 1254?), fue un fraile dominico de cuya vida se sabe poco, pero que escribió una de las obras que más se reeditarían en los siglos venideros, el Speculum Maius, en cuya primera parte, el Speculum naturale, trata acerca de los minerales y los elementos, y expone que los metales pueden realmente transmutarse, aunque no hacia su "pureza", sino hacia su forma simple. Igualmente, aunque la alquimia no llegó a ser enseñada en las universidades, la equiparaba a estudios concretos como la botánica o la mineralogía.

Roquetaillade (o Rocatallada en español; ca 1302-1366), fue un franciscano, filósofo y alquimista, que fue varias veces castigado y encarcelado por renegar de Cristo o manifestar sus visiones apocalípticas, desarrolló un tipo de alquimia muy particular, ya que se centraba en obtener la quintaesencia, que según él, podía extraerse de la destilación del vino. En su Liber Lucis describe un horno alquímico, lo que ha sido de gran ayuda para los historiadores.

Otro nombre que resuena en la alquimia medieval europea es el de Arnau de Vilanova (ca 1238-1311), aunque bastantes dudas de que realmente fuera él el autor de textos propiamente alquímicos, ya que existía otra persona de nombre Pedro Arnaldo de Vilanova, ya que ambos eran médicos de cortes y nobles. En el Rosarium philosopharum, una recopilación de autores e ideas alquímicas del .SXIV, se recoge, su nombre, y se recoge, perfeccionada, una teoría que aparecía ya en la Summa perfectionis magisterii del Pseudo-Geber (v. Hª de la alquimia II. Alquimia islámica)- en esta obra se asumía que todos los metales estaban compuestos de una base de azufre y mercurio; en el Rosarium philosophorum, se defendía la transmutación de los metales solamente a partir del mercurio, que "encerraba su propio azufre", pudiendo transmutarse a una tintura roja con la que obtener el oro. Si bien esta idea alquímica es de dudosa atribución, sí es cierto que Arnau de Vilanova, como médico, consideraba la posible ingestión de oro o de una tintura metálico con fines terapéuticos y medicinales. Jabir o Geber (el auténtico), había planteado la alquimia utilizando elementos naturales vegetales o animales, pero esto cambió totalmente en la Summa perfectionis magisterii del Pseudo-Geber, donde se establece, y así será en adelante, que en el estudio alquímico sólo se deben utilizar bases minerales.

Guillaume Sedacer (¿?-ca 1382), fue un carmelita que recopiló también nombres y obras alquímicas, y que para la descripción de los procesos alquímicos en su obra Sedacina, utilizaba un vocabulario alquímico, simbólico y complejo, con la clara función de dificultar al profano la comprensión de sus apuntes. Su obra presta más importancia a los símbolos y las ilustraciones que al texto en sí, lo que luego será tendencia en los libros de alquimia.

Será a partir del S.XIV cuando, poco a poco, la relación entre la alquimia física y la labor espiritual se fusionen y den paso a la alegoría, es decir, a la "encriptación" y complejidad de símbolos alquímicos. Es en esta misma época cuando muchas órdenes religiosas prohibieron la práctica de la alquimia a sus miembros, en parte por las estafas que comenzaba a haber con metales y medicamentos alquímicos, y en parte porque la espiritualidad alquímica no siempre era compatible con el dogma religioso, además de que los símbolos y lenguajes complejos hacían difícil el control de las ideas extendidas. Pese a que la alquimia no se consideraba un estudio ilícito, sus detractores religiosos alegaban que sólo estaba en mano de Dios la creación de la naturaleza, y que alterar la misma era una herejía y una blasfemia, cuando no directamente un timo. Empero, si estudiarlo y dedicarse a los metales nunca fue algo prohibido por la ley, los detractores eclesiásticos tuvieron que buscar otras acusaciones, como las que realizó el inquisidor Nicolas Eymerich (1320-1399), que establecían que la transmutación, por ser divina, era imposible para el ser humano, y por lo tanto la alquimia podía desembocar en cosas peores: en la estafa, o en la invocación demoníaca para conseguir sus objetivos.

Por esta época, en efecto, cualquier persona dedicada a la alquimia con una notable riqueza podía ser mirado con admiración y con recelo, pero no existía una persecución tan terrible. Probablemente la Inquisición Española dio esa mala imagen con la persecución, en realidad persecución teológica, de Eymercih hacia Ramón Llul, pero como existían asimismo textos alquímicos muy populares de Pseudo-Llul, la confusión estaba servida.

Tenemos por último el caso del famoso librero parisino Nicolás Flamel (ca 1330-1418), del que se decía que, tras haberse hecho con un manuscrito indescifrable, habría conseguido la Gran Obra, la Piedra Filosofal, porque, supuestamente a raíz de este descubrimiento, su fortuna habría aumentado notablemente, hasta el punto de poder mandarse construir una casa, que a día de hoy se mantiene en pie en el número 48 de la Rue Montmorency de París, así como crear y mantener numerosos asilos y hospitales. El rey Carlos VI de Francia se habría interesado en su persona para que aportara oro a las arcas. Además, se dijo que él y su mujer, Perenelle, quien también era una donante constante de sus riquezas a capillas y asilos, habrían obtenido la inmortalidad. Ambos fueron enterrados pero, al exhumar sus cuerpos, se encontraron las tumbas vacías, lo cual alimentó la leyenda… por desgracia, lo más probable es que algunos saqueadores conocedores de las leyendas de Flamel como alquimista, profanaran las tumbas en busca de restos de oro.

A Nicolás Flamel se le atribuyeron posteriormente El libro de las figuras jeroglíficas o Libro de Abraham el Judío.

Alquimia hebrea

A menudo en la Edad Media se quiere presentar al judío como el hechicero y por tanto, también como el alquimista. El principal problema de la alquimia judía es que la información que nos ha llegado está sesgada por las visiones cristianas, que entremezclaron el pensamiento cabalístico con la alquimia, ya que ambas eran "ciencias secretas". Sin duda, parte de esta confusión ayudó a la expansión de la división entre alquimia física y alquimia espiritual.

Si bien se quiso hacer que grandes personajes judíos fueran alquimistas, como Moisés, David o el Rey Salomón, la única comparativa real "alquímica" documentada se encuentra en Isaías 1, 25, donde el texto bíblico dice: << Y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño >>, poniendo en relación la purificación del alma con la de los metales.

Asimismo, se quiso buscar una comparativa cabalística de los metales y el ser humano en la descripción del Sueño del Rey Nabucodonosor que interpreta Daniel, en Daniel 2, 31 y ss: << Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. >> Hay dos problemas principales con esta visión: la primera, que Daniel mismo desmonta cualquier teoría alquímica, al hacer referencia a un sueño de otra persona, y a que es una representación de las dinastías que están por venir, algunas más frágiles que otras. La segunda, que pese a que el oro es muy importante en la cultura judía, la última etapa cabalística está representada por la plata.

Con el tiempo, la palabra alquimia se querrá incluso dotar de un significado especial en hebreo: kimiya = ki mi ya = ella procede de Dios. Pero es una etimología falsa desarrollada por alguien que conocía el hebreo y quiso potenciar la falsa idea de la alquimia judía.

Conocemos textos que fueron traducidos del árabe al hebreo en los siglos XII y XIII, lo que tal vez pudo provocar alguna confusión para los alquimistas europeos. Por ejemplo, el Libro de la Palmera, o la Madre del Rey, que se ha querido identificar con una descripción de la piedra filosofal. También tendríamos el manuscrito misterioso que adquirió en París Nicolás Flamel en 1357, que sólo un judío converso de Santiago de Compostela le pudo traducir, y que se atribuyó a un tal Judío Abraham.

No obstante, aunque toda interpretación espiritual o física de la alquimia está ausente de los textos hebreos antiguos, a partir del S.XVI habrá una verdadera expansión de las ideas de la alquimia espiritual "basadas en la cábala", y en el Renacimiento existirá una alquimia hebrea propiamente dicha, si bien ésta beberá de los alquimistas europeos, como se verá en futuros artículos.

Pietro Viktor Carracedo Ahumada - pietrocarracedo@gmail.com

Bibliografía:

-Balasch E., Ruiz, Y. Diccionario de Magia antigua y alquimia, Tikal, 2003

-Íñigo Fernández, L.E. Breve historia de la Alquimia. Ediciones Nowtilus, MADRID, 2010.

-Martínez Rodríguez, T. Historia secreta de la Edad Media. Ediciones Nowtilus, Madrid, 2019.

-Servier, J., Diccionario crítico de Esoterismo. Akal, 2006



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